sábado, 6 de septiembre de 2008

Modus Vivendi

Otra vez estoy escribiendo aquí. ¿Qué tan ocioso es eso? No importa, en realidad, porque ya lo hice, y yo decidí hacerlo. Y toda la vida se trata de eso; de las decisiones que hacemos y por qué las tomamos.
Todos tenemos tendencias a actuar, pensar y vivir de cierta forma, porque sabemos qué nos interesa y qué no. Con base en esos intereses es que comenzamos a planear nuestra rutina diaria y a hacer nuestros proyectos de vida, unos más que otros. Algunos se fijan metas y organizan toda su vida con una gran facilidad; no como yo, que no se lo que voy a hacer mañana. 'Improviso mientras avanzo', dijo Indiana Jones en una de sus películas.
Ahora, lo importante no es tanto si planeamos o no. Lo importante nuestras prioridades y las metas que nos planteamos. Para algunos es algo muy concreto, como el dinero; para otros, algo terriblemente abstracto, como el triunfo o la felicidad. Pero todos queremos conseguir algo, y es eso lo que determina qué hacemos y qué no.
En ese mismo plano están nuestras prioridades (no puse la encuesta no más porque sí). Vamos buscando acercarnos a nuestros amigos, a una carrera, o cualquier otra cosa que nos haga sentir bien con nosotros mismos y que haga que la vida sea más llevadera. Para unos eso significa ir de fiesta cada fin de semana; para otros significa dedicarse tanto como puedan al éxito profesional. Pero bajo la diferencia aparente, está la misma motivación: darle sentido a nuestra vida.
¿Qué esperamos conseguir? ¿Qué nos hace felices? A todos, no sé. Pero por eso escribo estas líneas: para que cada persona se de cuenta de que no vive por inercia. Vive para divertirse, para ganar competencias, para tener dinero o para estar con su media naranja. Buscamos la manera, por imposible que parezca, de hacer lo que queremos siempre, en cualquier contexto, y no solamente porque sí. Estamos buscando algo, que muchas veces ni siquiera nosotros sabemos lo que es. ¿O me va a decir alguien que cada vez que se emborracha es por la sensación magnánima de la cruda del día siguiente? ¿O que las horas en el gimnasio son nada más por el cansancio del ejercicio? Claro que no. Siempre hay algo que queremos lograr con cada cosa que hacemos.
Estudiar, correr, dormir, sudar, beber, llorar, amar... la lista de nuestras acciones es inmensa, pero detrás de todos esos verbos que podemos juntar hay solamente unas pocas palabras. 'Hago esto porque...' Y cada quién llenelo con lo que le parezca pertinente. Quiero ser rico; quiero acostarme con X, quiero ser como Y, no quiero terminar así, me gustaría vivir de tal manera.
Muchas veces, hemos hecho cosas que no queremos hacer bajo la idea falsa de que nos gusta hacerlas, cuando la verdad es que las odiamos. Pero las toleramos, y algunos casos incluso llegan a amar esas cosas, porque son parte del camino al premio, o porque forman parte de algo que de verdad nos interesa. Piensenlo así: 'Voy al gimnasio seis veces a la semana no porque me guste el dolor en los brazos, sino porque quiero que me volteen a ver en la calle', o 'aguanto a mi suegra, porque es la mamá de mi novia'.
Aceptémoslo. Vivimos persiguiendo nuestros sueños y amarrados a nuestros 'salvadidas existenciales'. Formamos con ambos (sueños y salvavidas) un compromiso inconsciente, pero ineludible. Perseguimos algo, a través de el mundo exterior, que le dé forma a nuestro mundo interior. Así es la vida. Un maestro de filosofía, hombre muy sabio, me contó que buscamos la llave de la felicidad afuera, cuando está adentro. Lo que no terminó de decir es que el ser humano solamente puede encontrarse a sí mismo, y todo lo que lleva dentro, buscando en el mundo de afuera.
Los dejó con esta idea. La próxima vez que vayan a la cena familiar de su pareja, al concierto que sea, a la fiesta que vayan o que se queden hasta tarde trabajando, pregúntense a sí mismos y respondan con sinceridad: ¿Qué quiero lograr? ¿qué me trajo aquí? ¿por qué hago esto?
No se torturen. Solamente hagánlo y luego ríanse. Porque ya lo hicieron, y porque ya se conocen un poquito más a ustedes mismos.

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