sábado, 13 de septiembre de 2008

Misión Imposible: Sé Feliz

Hola de nuevo, amiguitos de Internet. El día de hoy se me ocurrió escribir de una cosa que todos debemos enfrentar en algún momento. Normalmente esperamos que la vida sea un paseo tierno y dulce, lleno de premios al final de la carrera. Pero no es así. Debemos aprender, muchas veces por las malas que la vida es una lucha. Un combate en el que te hallas solo contra el mundo; sin treguas, ni aliados, ni segundas oportunidades.
Así es. Cuando te despiertas cada día sabes que la misión, si decides aceptarla, es sobrevivir y lograr conseguir tanta satisfacción como sea humanamente posible. Y eso, gente bonita, no es fácil. Tienes que lidiar con la cama, que desde que te despiertas lucha por enredarte y evitar que te levantes; luego con el transporte público y las vías de tránsito de nuestra hermosa ciudad, y posteriormente con cualquiera que se atraviese entre tú y el final del día.
Por lo mismo, nunca puedes bajar la guardia. Todos en la jungla de asfalto son potenciales enemigos; incluso los amigos o la pareja pueden serlo. Porque todos esperamos algo, de un modo determinado y por alguna razón que los demás pueden o no entender. En oposición, los demás quieren hacer lo que les parece mejor y a su modo. Buscarán, como es natural, convencer (u obligar) a la gente que esa es la mejor elección. Y tú, por tu parte, debes de hacer lo mismo.
No es egoísmo, ni es mala onda, y mucho menos son ganas de lastimar, pero si tú no lo haces, otros lo van a hacer. Si quieres comer italiana, no te conformes con una pizza de microhondas. Lucha por vivir a tu manera; 'vive tu sueño, Wilson' diría House. Si te dejas intimidar en lo pequeño, no dudes que en lo grande no va a mejorar nada. Ataca, defiéndete y no te olvides de lo que deseas. Si permites que alguien más decida por ti te va a ir muy, muy mal.
Recuerdo la historia de un conocido: le decíamos el 'doctor', porque le faltaban como dos meses para acabar la carrera, que él, por cierto, odiaba. Entonces, en un último acto de respeto a sí mismo (La verdad te hará libre), se largó de la Facultad de Medicina y hoy en día se dedica a un trabajo sin futuro, ni lujos, ni oportunidades de crecimiento, pero que lo hace menos infeliz que la medicina. Su historia es, en una medida, triste, y en otra, feliz. Si se hubiera rebelado contra aquella decisión que le impusieron antes, podría haberse dedicado a lo que siempre quiso: la fotografía. Pero si se hubiera conformado por simple comodidad o por miedo, sería el doctor más infeliz del mundo, y sus pacientes... mejor ni hablar.
Sigue tus instintos. Si algo no te late, no te calles. Si no quieres hacer algo de lo que no te sientes orgulloso, renuncia. La vida no es para que le saques todo el jugo que puedas. Es una lucha en la que es mejor morir que doblegarse, matar o morir. Si tú no te cuidas, nadie lo hará por ti. Nunca renuncies, ni accedas a lo que no es lo que quieres. Decía mi abuelo que el que poco pide, poco merece, y es cierto. Hoy en día nos enseñan a buscar el éxito, pero se olvidan de enseñarnos que el éxito no debe ser nunca más importante que la felicidad; no vale la pena sacrificar lo que somos por lograr tener algo seguro en la vida.
Cada día es la oportunidad que tenemos de alcanzar la gloria, de saborear la libertad; de ser lo que siempre quisimos ser, pero que muchos no se atreven a ser. No renuncien a eso en pos de algo que les han metido en la cabeza. No se vendan por sueños que no son los suyos. Recuerden la historia de la humanidad: los verdaderos triunfadores son aquellos que se dedicaron a hacer lo que quisieron y que vivieron siendo ellos mismos. Los demás, bueno. Miren al frustrado que todos conocemos, que tiene un trabajo estable, o un coche, o una mujer que parece de revista, y que no es feliz. ¿A eso quieren llegar? Si la respuesta es 'Sí, eso quiero', allá ustedes. Si no, empiecen a luchar por sus sueños; y recuerden. Los sueños y el honor son lo único que no les pueden quitar.

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