Mostrando entradas con la etiqueta vida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta vida. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de abril de 2011

Alfie, pero Región 4

No es la recomendación del mes, pero no les hará daño ver esta gran película: Alfie, con Jude Law. Es un refrito de una película del 66, creo, con Michael Caine... que no he visto. La veré un día de estos.

Pero de eso no voy a hablar. Voy a hablar, como suelo hacerlo, de mi vida y mis percepciones de la naturaleza humana. Empezaré por lo más justo y correcto: por alguna extraña razón me enamoré. Aún no diré de quién, porque nadie conoce a esta chica... y si llega al blog por error no quiero que piense que soy un acosador. No lo soy, obviamente, pero -ese es el tema de hoy- las mujeres son muy, muy sensibles respecto de ciertas cosas. Justo de eso voy a hablar... o escribir.

Se han hecho muchas películas, novelas, cuentos, etc. acerca de hombres seductores. También hay grandes seductoras, pero de eso hablaremos otro día. Las dos que más voy a citar hoy son Hitch, con Will Smith, y Alfie, con Jude Law. Estas películas siempre nos muestran a hombres guapos, carismáticos, divertidos y que consiguen a cualquier chica. Mencionan una serie de preceptos y detalles que les abren las puertas al cielo, y luego muestran en pantalla los resultados. Esto, obviamente, funciona. Y no es un error; no me comí un 'NO'. Con las debidas reservas que hay que hacer, teniendo en cuenta que toda película es una ficción, los elementos básicos de estas películas -y muchas otras- son ciertos. La manera en que uno se comporta le puede ganar el afecto de una dama. Sí. Manejarse con seguridad, mostrarle a ella una faceta que 'refleja' algo que ella busca es la base de la seducción.

No están ustedes para saberlo, pero yo sí estoy para contarlo. Después de todo, para eso es este blog. Yo soy bastante bueno para seducir. Hablo muy bien, soy muy carismático -modestia aparte- y en general soy bastante rápido para leer a las personas y pensar. Todo esto me convirtió en un pequeño Alfie de la vida real. Pero, para los que ya vieron la película, saben como termina. Los que no, yo no quemo nunca un final de película, así que véanla.

Hitch, por otro lado, dice una frase muy clara y verdadera: hoy en día no puedes llegar y decirle a una chava que te gusta. Hombres, saben de lo que hablo. Mujeres, no lo nieguen. Si a ella no le gustas tú cuando se lo dices, tus posibilidades de ganar bajan dramáticamente. Es entonces trabajo del hombre hacer que ella se enamore de ti, para que luego tú puedas decirle que te gusta. Es complicado: requiere de mucho trabajo. En todo caso, con un buen as bajo la manga, será fácil. El asunto es, repito, que seducir no tiene que ver con que la gente se enamore de ti. Muchas veces ni siquiera te conocen, porque el buen seductor vende un producto que cambia y se adapta a las necesidades de la compradora. Pero el producto no es el anunciante, y cuando la mujer se da cuenta de esto [o uno se cansa de ser lo que prometió], pues se hunde el barquito.

Así pues, llegamos a la necesidad de encontrar un punto medio. Volverse atractivo para la chica, pero dejando la suficiente verdad para que se pueda construir una relación sólida. Suena simple. Es complicado. Conozco a mucha gente, y muchos de ellos tienen este problema. Algunos, como es evidente, no lo tienen. Aquí me entra la curiosidad: ¿es que la suerte es necesaria para triunfar en el amor? ¿Necesitas encontrar la pareja adecuada? ¿O simple y sencillamente es cuestión de voluntad? He visto relaciones largas y aparentemente estables estallar como granada, y otras consumirse como candela. He visto también relaciones que se fortalecen. ¿Por qué es esto? ¿Qué tienen unos que no tengan los otros? La naturaleza del amor es esquiva. A veces me pregunto hasta dónde podemos dar una definición universal del amor, ya que cada quien tiene metas y necesidades distintas. ¿Acaso todos los zapatos vienen en la misma talla y el mismo modelo? LA reflexión básica es, en este caso, si amar es una decisión o un acto fortuito.

Yo, por mi parte, no creo en el amor a primera vista. Pese a eso, estoy soñando con una chica con la que he hablado una vez. Una sola. LA veo de vez en cuando, pero siempre pasa algo que evita que conversemos. Y, francamente, quiero entablar una relación con ella. Una de verdad. Entonces, a media escalera, me pregunto: ¿qué va a pasar? Esto no quiere decir que dude en lo que voy a hacer. Es algo más grande. Mi duda real es: ¿el amor depende de dos? ¿Existe la famosa 'media naranja'? O un hombre sólo llega, da lo mejor a una mujer y ambos deciden, independientemente de quiénes son, establecer un vínculo. No lo sé. Al final sé solamente que todo esto se resume en seis palabras:

¿El amor nace, o se hace?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Recomendación del MES: The Red Hourglass

Inaugurando esta nueva sección, les presento uno de mis libros favoritos. Para variar, esta vez no es literatura de ficción, sino un ensayo científico lo que vamos a discutir.

No sé si lo sepan, pero una de mis grandes pasiones en la vida es el mundo animal. Su complejidad y variedad lo convierten en uno de mis tópicos favoritos. Normalmente, aprendo de la fauna a través de la observación personal, la fotografía y los documentales; algunas veces recurro al internet -sobre todo a Wikis y blogs-, pero debo admitir que pocas veces uno encuentra un libro sin imágenes que logre capturar la atención y que a la vez logre explicar con claridad y precisión la vida silvestre. Cuando esto se logra, se juntan dos de mis amores: la lectura y los animales.

Uno de los pocos libros que realmente atraen la atención del lector común [no una enciclopedia ni un tratado aburrido destinado a los expertos] es The Red Hourglass: Lives of predators, una maravilla que nos habla de poderosos depredadores, eficaces e implacables, pero que no suelen recibir la atención del mundo. Entre estos animales están la viuda negra, la mantis, el cerdo y el perro, animales a los que pocas veces atribuímos las cualidades feroces y astutas propias de un cazador. En embargo, Gordon Grice logra develarnos esta faceta a través de una prosa clara, amena y bastante personal, reflejo de su propia experiencia observando a estos animales desde el punto de vista de un tipo cualquiera.

El texto profundiza lo suficiente como para llevarnos más allá del conocimiento superficial que tenemos de estos depredadores, pero se mantiene en un espacio cómodo, sin llegar a abrumar al lector. Describe hábitos, aspectos poco conocidos, datos generales y curiosos respecto de estos animales, acompañándolo todo con anécdotas y observaciones que le dan un tono mucho más ligero y amigable que el que suelen tener libros similares. La mayoría de la información está al alcance de un principiante en el tema animal, por lo que no se necesita mucho para disfrutar de la experiencia que ofrece este acercamiento al mundo de los cazadores anónimos; no obstante, ofrece un panorama bastante amplio y un contenido que sorprende e ilustra, lo que pareciera ser el mayor éxito de Grice. Es en efecto un auténtico éxito haber condensado tanta información de manera tan accesible, y resulta especialmente satisfactorio poder acercarse a un universo desconocido sin perder la capacidad de apreciarlo y aprehenderlo.

En resumen, una obra fenomenal, obligada para aquellos que disfrutan de conocer su mundo, de descubrir las pequeñas maravillas que se esconden en los rincones más pequeños y los misterios que guardan animales tan -aparentemente- familiares. Además, un oasis para cualquiera que quiera descansar de novelas y cuentos, pero que aún así quiera una lectura interesante, fluida y edificante, que no pierde su respectivo toque literario

La única desventaja [para algunos]: Está en inglés.

miércoles, 19 de enero de 2011

Propósitos

Hacía bastante tiempo que no escribía en mi blog... admito que la tentación de publicar por Facebook es grande, pero la libertad que me da este espacio a costa de un esfuerzo mínimamente mayor vale la pena. Eso, y que ya le pude dar un mejor look a mi blogsito me convencieron de retomarlo. No sé si mude mis notas de Face para acá, pero la cosa es que de ahora en adelante publicaré aquí... y allá. Así que dense vueltas de vez en cuando.

Como sea, de lo que vamos a hablar hoy la liebre y yo, no más que sin la liebre, es de una cosa curiosa. Llega otro año, y con él llegan los propósitos de año nuevo [otra vez]. Estos, curiosamente, son siempre los mismos para mucha gente, e incluso yo, con mi magno sombrero y todas mis artimañas, llevo ya 2 años mínimo repitiendo un propósito: conseguir una novia con la que pueda durar más de 3 meses.

Pero más allá de esos propósitos, hay un asunto que me inquieta. Cada año hacemos propósitos, los mismos u otros, da igual. ¿Pero tenemos propósitos verdaderos para nuestra vida? Les pregunto, amigos y amigas... al llegar al final de nuestra vida, ¿qué habremos hecho? ¿dinero, una casa, familia, etc, etc, etc.? ¿Lo mismo que el vecino?

Hace tiempo que no hablo con gente de esto: ¿cuál es el propósito de nuestra existencia? Hoy día veo que todos quieren tener cosas, ser felices... cosas así. Pero eso lo hacen todos... o al menos lo intentan todos. ¿Alguien realmente está decidido a que su vida en esta tierra marque una diferencia -minúscula o pantagruélica-? ¿Alguien ha apostado por ser diferente últimamente, y hacer cosas diferentes? ¿Alguien sabe realmente qué quiere obtener al final de la carrera? ¿Cómo quiere que lo recuerden?

Esto lo pregunto porque, repito, cada año tenemos el rito ridículo de fijarnos metas... pero cuando nacemos, nadie nos enseña a hacerlo. Lo hacemos a medias cuando empezamos a crecer, pero reparamos muy poco en lo que implica nuestra existencia, la verdad. Pensamos mucho en la felicidad, en llegar a tener... pero no en lo que significamos como individuos para el mundo presente y la posteridad, que no tienen que ver con nuestra felicidad o no. ¿Qué impacto tenemos en el mundo? ¿Qué clase de huella vamos a dejar en los demás; en el porvenir y en nuestra cultura? Nadie lo sabe, y muchas veces a nadie le importa. Vivimos persiguiendo dinero, comodidad y metas meramente egocéntricas [no que sea malo], pero pocas veces veo reflexión en cuanto a lo que nosotros dejamos al mundo; todos piensan de antemano en lo que quieren conseguir, pero no en lo que van a legar. ¿Están conformes con eso? Quizás, quizás no, y no es mi papel juzgarlos... pero sería interesante si todos nos pusiéramos un propósito para esta "Vida Nueva", en vez de bajar los mismos 5 kilos cada año, o cosas así.

Ahora, también está el otro lado: el destino. Es hasta cierto punto válido suponer que todos tenemos un propósito predeterminado, de modo que no importa lo que hagamos o no, terminaremos sirviendo a ese fin más grande que nosotros prácticamente a fuerzas. ¿Entonces por qué preocuparse? O bien, también podemos pensar que nuestra existencia está dominada por el azar y la aleatoreidad como para que nos atribule pensar en tener un control sobre ella, no digamos una meta. Pero todo esto nos remite al punto inicial, ¿qué representa entonces nuestra existencia si no tenemos la libertad para guiarla? No lo sé. Parte de la vida consiste en encontrar un equilibrio entre caos y orden, seguramente; no obstante, creamos o no que hay un libre albedrío jalándonos nuestros hilos, el hecho de que nuestra existencia tiene el potencial de significar algo para el mundo es innegable. Es una responsabilidad muy fuerte, cierto, asumir que podemos cambiar algo, pero los nombres que la gente recuerda son sólo de personas que aceptaron ese tipo de peso sobre los hombros, en lugar de conformarse con el peso dentro del bolsillo.

sábado, 27 de junio de 2009

Periodos Vacacionales

Es una cosa rara ya no tener que ir a la escuela. O al trabajo... Pero lo mas raro es lo que pasa con esto, porque cuando uno esta chambeando, se queja del trabajo hasta con sus zapatos. Que el jefe, que los maestros, que la tarea, que la ida, que la vuelta... todo es queja. Llegan las vacaciones, y aunque al principio es descanso, diversión, bla bla bla, al rato ya están hartos de no tener nada qué hacer. No puedo decir, al final, que sea una ley, pero muchas veces la gente se queja no importa lo que pase. Es cierto.

Yo no sé hasta que punto se puede hablar de que las vacaciones sean divertidas o no, pero, pese al título de este breve comentario, soy el sombrerero y hablo, normalmente, de la naturaleza humana. La gente es quejosa en extremo, pero más allá de eso, es medio mensa cuando se aburre. ¿Por qué, preguntarán algunos insulsos y otros no tan insulsos? Porque eso significa que sólo saben entretenerse haciendo cosas cuando les dicen que las tienen que hacer. Obviamente esto no les sucede a todos, pero conozco a varios que no son capaces de tener pasatiempos o actividades que no les impongan las situaciones externas. ¡Disfruten su libertad, creaturitas de Dios! Los oigo quejarse de que no tienen tiempo para dedicarse a sus pasiones, pero ya que tienen tiempo, no lo hacen. No más se quedan como leones enjaulados, esperando que algo suceda. Porque, como no están obligados a hacerlo, dicen: "mañana lo hago", "el lunes", "al ratito".

Otra cosa que me fastidia, es que hay gente que no sabe estar sola. No es malo buscar la compañía, pero hay gente que no tiene pasatiempos propios. Yo, gracias al cielo, soy escritor, y aunque me gusta platicar con mis amigos, contarles chistes absurdos o mis aventurillas desgraciadas, también sé pasar tiempo conmigo mismo leyendo, escribiendo (mis libros, que ya espero publicar el primero pronto, o comentarios para mi blog), viendo películas... claro, no se trata de aislarse, sino de adaptarse. A veces mis amigos se van de vacaciones a conocidos puertos de la república y yo me quedo solo, entonces hago cosas solo. A veces me toca juntarme con la banda, ponerse al corriente con las 'amiguitas' o cosas por el estilo, pero siempre busco tener algo que hacer para no estar tirado en mi sillón como un costal de papas.

¿Alguno de ustedes se aburre en vacaciones? Creo que también tiene que ver con que nos limitamos a pensar en lo que 'podemos pagar'. Varios museos son gratis, el zoológico (que obviamente a algunos no les atraerá, pero yo soy el mega fan del reino animal), el teatro suele ser muy barato (pero como sólo pensamos en las obras de moda, que son un poco más caras...). Nunca pensamos en que hay muchas cosas que podemos hacer de 'a grapa', pero también admitamos que a veces no le ponemos interés a buscar cosas que hacer. ¿Cuantos de ustedes conocen la revista "Tiempo Libre"? ¿Y cuantos la compran? ¿Y cuantos visitan lo que ven allí?
Quizás muchos o quizás pocos, pero los aliento a todos a que cambien... estas vacaciones no hagan lo mismo de siempre. Busquen hacer algo nuevo, lo que nunca han hecho... capaz que les gusta.
Vayan a conocer nuevos lugares... ¿de verdad creen que conocen toda la ciudad de México? Piénsenlo de nuevo.

Al final, no puedo decirles qué hacer o como, o donde ni con quien, pero les puedo decir esto: no se limiten. LA cosa con la diversión es nada más decidirse. Vayan a donde nunca han ido. Si no tienen nada qué hacer, no se queden pensando en lo que no pueden hacer. Busquen algo, por ridículo que sea, y háganlo... así empecé a escribir en mi blogsito, y ahora me entretengo con esto. Atrévanse a hacer algo, en vez de quedarse aburriéndose cuando hayan agotado los pasatiempos comunes. No tengan miedo de hacer algo nuevo. Es mejor que no hacer nada.

viernes, 12 de junio de 2009

No me echen la sal...

Hola a todos, una vez más arranca un comentario en éste, tu blogsito de confianza. Antes de empezar con mi verborrea quiero contarles una cosa que me trae loco: estoy tratando de bajar un jueguito gratis de Internet (oh, sí. Gratis hasta las puñaladas, dicen algunos), pero no puedo! Un p!nch3 archivo está corrupto y no me deja instalarlo! ¡Quiero jugar! ¡Y no puedo!

Dicho lo anterior, les comento, amiguitos de Internet, que estaba yo pasando por una de esas calles tan concurridas de la ciudad de México, y de repente, sin previo aviso, vi un pintor trepado en una escalerota de esas de pintor (valga la redundancia), recargada en la pared. Oh, sí. Y lo genial fue que nadie quería pasar por debajo de la dichosa escalera. Entonces yo, ya me conocen, me dispuse a llevar la verdad y la razón a aquellos 'pobres diablos'. ME preparé, pasé por debajo de la famosa escalera y me cayó una gototota de pintura que no puedo quitar de mi camisa... ¡JA! No es cierto. No pasó nada. Y ese es el punto del comentario de hoy.

Vivimos en un mundo supersticioso, mis niños y adultos. Estamos rodeados de costumbrillas raras y casi 'religiosas'. Digo, no sé ustedes, pero yo conozco gente que vive inmersa en ese mundillo. Hay un conocido, al que llamaremos 'Eggs Benedictine', que siempre que se le cae la sal, agarra con los dedos la que puede y la avienta atrás de su hombro. Otro amigo, al que llamaremos inocentemente 'José Luis' (si hay un José Luis leyendo, tal ves eres tú), que decía que si tomas del mismo vaso que una chava antes que sea tu novia nunca podrán tener una relación. Otro amigo, al que le pondremos 'NomellamoGerardo' (no eres tú, Gerardo, en serio) no sale de su casa sin su talismán de la suerte, que es una plaquita que le regaló su novia, y que tiene marcado un signo vudú o no sé que.

Creo que todos creemos, de una u otra forma en distintas supersticiones. La más cercana prueba está en su mail (si no hay mínimo una cadena en su historia, es que no tienen mail). Que si la Virgen de Fátima te pide que la mandes sesenta veces a tus mejores amigos, se te va a conceder la salvación, pero si no lo haces, vas a tener relaciones fracasadas por doce años. Esta me encanta. Decía en una que si yo la mandaba a mis doce mejores amigos, el amor de mi vida me iba a llamar a las doce de la noche para revelarme sus sentimientos, pero si no lo hacía, todos mis amigos me iban a odiar. La verdad no lo hice, mis amigos siguen como estaban, y estoy seguro que si lo hubiera hecho nadie me hubiera llamado a las doce de la noche.

En todo caso, sí conozco historias de gente que sí siguió las cadenas y le pasaron cosas asombrosas como: recibió respuestas insultantes, lo marcaron como spam, su novia lo dejó por saturarle el correo con m!3rd@. Yo creo que mucha gente pierde el tiempo (sobre todo con esas cadenas), pero hay algunas cosas que sí me han sorprendido. Mi abuela tiene una cajita roja, y dice que si pones una monedita allí, nunca te va a faltar dinero. Al principio pensé que era un cuentito bien intencionado, pero tenía un amigo cuyo papá se quedó sin chamba. La cajita recibió su moneda, y no les miento, le regresaron el trabajo a los tres días, o algo así, y hasta carro se pudo comprar no mucho después. Igual, conozco la historia de unos niños que agarraron unas cartas de tarot enterradas y a uno le cayó una enfermedad, algo bien loco que le comía los huesos, o algo así. Neta.

A veces hay explicaciones para las supersticiones. Dicen por ahí que como nos vemos a nosotros mismos en el espejo, si se rompe 'subconscientemente' visualizamos que algo nos daña, por eso lo de los años de mala suerte. También he oído que lo de no abrir un paraguas bajo techo es porque un señor que lo hizo en su departamento le sacó un ojo a alguien. Yo no sé que sea qué y qué sea quién y quién sea qué, pero me parece interesante ver que cosas que pasan o que nos imaginamos terminan por darle forma a leyendas urbanas de altísimo nivel. La otra vez un amigo pasó... era amiga, de hecho. Contó que pasó por cierto puente, más bien debajo, en su coche, y dijo que vio unos vagos, pero así, un buen. Luego comenzó a circular el rumor que había ahí una ciudad perdida de puros chavos de la calle y vagabundos, y ya luego decían que si pasabas por ahí a pie te secuestraban y ya no te dejaban irte. Todo lo que salió, no?

Bueno, esto es todo lo que tengo yo que decir, pero recuerden que éste es también su espacio, su foro... y bueno, aunque el sombrero es mío, igual pueden escribir de sus vivencias. ¿Alguna vez han vivido una superstición 'real'? ¿Qué supersticiones conocen, gente bonita? ¿Ustedes son supersticiosos? ¿Alguien sabe como puedo instalar Perfect World Internacional?
Esta y otras respuestas quedan en ustedes. Se despide el siempre sediento sombrerero loco. Los veo luego!

martes, 4 de noviembre de 2008

Rumbo al bicentenario... y se nos cae el avión

Hola de nuevo, mis amabilísimos lectores. Como lo prometí, me estoy dando tiempo para escribir tan periódicamente como me es posible. Por desgracia, el comentario de hoy es, tristemente, fruto de una tragedia más que nacional, humana.
Como bien saben todos ustedes, me imagino, hoy a las 7 de la noche un avión jet (chiquito, cuando menos) se estrelló en plena calle de Reforma, en nuestra ciudad de México. Las víctimas fueron, hasta donde sé en este momento, solamente los ocho pasajeros entre los que destacaban dos funcionarios del gobierno: Mouriño y Vasconcelos. No soy quien para decir que fueran hombres honestos, ilustres y patriotas; no los conocí personalmente y es muy difícil hacer un juicio de esta categoría con base a lo que se dice. En todo caso, la política tiene fama de sucia, pero ese no es el asunto. El asunto es que ocho personas, dos más famosas que el resto, murieron en un accidente (o atentado, finalmente no podemos descartarlo), y muchas otras, cuarenta más o menos sufrieron heridas o quemaduras de cierta severidad, esto olvidándonos también de los daños materiales.
Repito: no puedo expresar una opinión en cuanto a la calidad moral de los ocupantes del vehículo, pero lo que me parece evidente (creo que a todos) es que este acontecimiento es verdaderamente un horror para la gente de la ciudad. Pese al título de mi texto, que es un tanto 'chistoso', la verdad es que me conmueve tremendamente el hecho de que un avión caiga a media ciudad, por error o por maldad, y cause un desbarajuste en la vida de tantísimas personas: los familiares de los muertos, los de los heridos, la gente que los conocía y hasta los mismos 'atorados' por el bloqueo del tránsito. Sabrá Dios cuales eran las historias de esos, de los cuales seguramente uno necesitaba llegar a las ocho a X lugar por Y razón, y ahora no pudo hacerlo. O el que simplemente presenció el nefasto suceso y ahora nunca (me imagino yo) lo va a poder olvidar.
Si de por si ver la escena en la tele era bien grueso, imagino a los que lo vivieron (y sobrevivieron para contarlo). ¿Qué pensarán? ¿Qué habrán sentido al verlo? Porque digo, uno no va por la calle esperando que le vaya a caer un avión. Y a los que les tocó, a sabiendas de que no se iban a poder escapar, no les quedó más que aguantarse. Gracias a Dios no hubo tantos muertos como pudo haber.
Yo siento repudio por aquellos que, en caso de que fuese un atentado, hayan sido responsables por un acto tan cobarde y escandaloso. Independientemente de quién pudo ser el blanco, la muerte de una persona, y más una muerte tan violenta, y a la vez tan fría; tan cruel y tan insultante (para la misma sociedad) no es nunca algo que se justifique. Ocho muertos y cuarenta heridos es algo que simplemente no debe ignorarse.
Quizás si fue un accidente. Pero en todo caso, la tragedia es igual de grande, porque los muertos no se van a levantar. No puedo decirles que lloren a Mouriño o a Vasconcelos. Igual y ustedes no le van a ese equipo, y la verdad se vale que así sea. Lo que sí les pido es que tomen consciencia de que no se murieron unos panistas, sino ocho personas. A lo mejos los pilotos eran perredistas, o priistas, o abstemios políticos como yo. Pero lo que sí sé es que todos eran personas, a lo mejor con familia y con hijos que, por desgracia, se quedaron esperándolos y no los van a volver a ver.
Lo que vivimos no fue un hecho político; ni siquiera un evento histórico. Más que historia viva, lo que nos tocó esta noche, 4 de octubre de 2008, fue una terrible y fatal realidad. A lo mejor en tres años nadie se va a acordar, ni va a salir en libros de la SEP, ni nada. Pero ahora mismo, hay gente, como ustedes y como yo, cuya vida no va a volver a ser la misma.

Mañana: 'OBAMA VS McCAIN: Victor Maximus'

Por los difuntos y sus familias, los invito a que reflexionen. Hagamos un minuto de silencio, y luego una eternidad de palabras.

jueves, 23 de octubre de 2008

La locura del celular

Hola, mis queridos lectores y amiguitos de Internet. De verdad me apena mucho, como siempre, no estar escribiendo tanto como quisiera, pero mis numerosos problemas no me lo permiten. Por lo mientras, les prometo que voy a escribir mínimo una vez por semana, y ya que se normalice mi tiempo volveré a escribir más seguido.
Antes de empezar con el comentario de hoy, quiero acusar al gobierno del Distrito Federal (nuevamente) de incompetente. Con las nuevas rutas del Metrobús no llega uno más temprano, sino más tarde. Y no sólo eso; va más lleno desde el principio y es más caro. Ese Marcelino 'Pan y vino' ora si se manchó.
Bueno. Entrando al tema. Hoy, durante mis viajes épicos del día a día, me tocó ver una escena que para muchos sería normal, pero no para el hombre del sombrero. Había ocho personas en la fila para recargar las tarjetas del dichoso Metrobús, y todas estaban apretándole botoncitos a sus teléfonos. Unos para marcar, otros para mensajes, otros para música, otros para Internet. Simultáneamente, todos estaban enfrascados en el casi morboso placer de la telefonía celular.
Todos llevaban modelos muy nuevos (y caros), y además se ve que eran de los que nunca se despegan del teléfono. No está mal, pero es muy chistoso ver como nos hemos vuelto tan dependientes de la telefonía celular. Ese pequeño aparato se ha vuelto una cosa esencial de nuestra existencia cotidiana. Ya es raro ver que alguien no tenga un celular, o más, y más raro que no sienta que lo necesita, de una forma u otra.
Este impulso repentino de 'dependencia' al cel se presenta también con otras variantes: el iPod, los blackberry, etc. Pero principalmente con el teléfono celular común y corriente (bueno, no tanto, porque algo que cuesta más de tres mil pesos nunca será común y corriente). Conozco gente que literalmente sufre si no lleva su aparato. Se sienten desnudos; incomunicados del mundo. Han perdido, más que una máquina, su nexo con el mundo moderno, y en algunos casos hasta su identidad. Y no hablo de perderlo, sino de dejarlo en el coche, de quedarse sin batería, de olvidarlo en la cama... Tengo amigos que no acaban de estrenar un teléfono nuevo cuando ya están pensando en el siguiente modelo que van a comprar. Asombroso, de verdad, teniendo en cuenta que muchos de ellos, como yo, nacimos en una era donde todavía existían los teléfonos de ruedita (si no saben de lo que hablo, no tienen edad para beber alcohol legalmente; pregunten a sus abuelos).
Increíble que pasamos, como individuos, unos trece años sin siquiera conocer el celular (al menos ese es mi caso), y ahora no podamos imaginar la vida sin él. Y no hablemos de sociedad, porque la humanidad ha existido desde hace unos 20,000 años y el celular apenas salió en el siglo XX. Fue una revolución mayor que la de la computadora, lo que es decir mucho, porque también creció de la nada hasta volverse una cosa de la que muchos también dependen. No cabe duda de que el celular llegó para quedarse, y posiblemente todavía le queden sorpresas para darnos.
Por ejemplo, oí en un programa de radio que ya se investiga la posibilidad de que los celulares se conviertan en nuestra identidad del futuro: se convertirá en nuestra identificación (adiós al CURP y RFC), por lo que el número será intransferible y completamente personal, a través de el haremos nuestras compras y manejaremos nuestras cuentas bancarias; ese aparato y el concepto que le da vida de verdad pasarán a ser nuestro vínculo con el mundo. Un alma electrónica. Interesante, aunque también algo escalofriante. Recuerdo las novelas de Huxley (Un mundo feliz) y Orwell (1984), no al grado extremo que ahí se muestra, pero sí en el sentido de crear un mundo bastante más mecánico, donde todos nos definimos por un número, en este caso, el del celular.
Pero aún no llegamos a eso. En el hoy, me quedan unas pocas preguntas para invitarlos a reflexionar: ¿el celular es un lujo, o una necesidad? ¿les parece adecuado que nuestro celular se convierta en una herramienta de identificación? ¿qué es, hoy en día, el teléfono celular? Una herramienta, o un juguete de moda... quizás una parte de la vida de un hombre. Un medio por el cual una persona se une a todas las demás, sin importar el momento ni el lugar. Sonará fuerte, pero puede que estemos frente a una de las primeras formas de evolución electrónica del ser humano: un apéndice que nos permite, de cierto modo, fundirnos en una red colectiva; a través de la cual el mundo es pequeñito. Nos pertenece.
Dije una vez 'Todo cabe en un sombrero...', pero comienzo a pensar que donde cabe todo es en la memoria del celular.

miércoles, 8 de octubre de 2008

El tiempo vuela... nosotros caemos

Hola de nuevo. Admito que me asusta un poco el hecho de que de nuevo estoy como empecé en mi blogsito. Veo pocos comentarios... y las encuestas, bueno. En todo caso, tampoco se me hace algo de profunda relevancia, porque ante todo, escribo para mi. Igualmente, me disculpo con aquellos que han querido leer y no encontraron nada ni lunes ni martes. El tiempo se me fue volando, porque estuve ocupado en cosas y cosas. Ahora mismo escribo algo a prisa.
Eso me lleva al tema de hoy. Como pasa el tiempo. ¿No les pasa que, antes de que se den cuenta, ya pasó un día... o dos... o una semana... o un mes... o un año? A mi, al menos, sí. Y me preocupa porque cada día que pasa parece ir durando cada vez menos. Y por lo mismo, me rinde cada vez menos, y lo malo es que cada vez hay más cosas que hacer.
Me acuerdo que cuando era niño, un año era larguísimo, como la cola para los boletos del metro. No podía esperar para que llegara la navidad, o los reyes, o las vacaciones. De hecho, me daba tanto tiempo que me pasó una vez esto: era un día cualquiera de mayo, digamos, y me levanté porque creí que era día de reyes. Raro, pero verdadero. O me acuerdo que hasta los días eran bien largos. Me dormía hasta en el coche, con mis papás, en los caminos más cortitos y me parecían horas de viaje (y de sueño). Puede ser que me parecía así porque, como todo niño feliz, tenía muy pocas preocupaciones y menos ocupaciones.
Ahora, en el mundo 'adulto', me pasa lo contrario. Me veo a mí mismo enredado en un mundo de gente en el cual todos, sin excepción, viven apurados. No les alcanza el tiempo, no terminan nunca de hacer algo en el tiempo propuesto, ni se pueden tomar un descanso, porque tienen que ir a otro lado: al gym, la escuela, el trabajo, por los niños, al doctor, al súper (¿o a la comer?), a la comida con X, etc, etc. Por eso hay tanto tráfico, tanto stress y tanta gente en todos lados, a todas horas. Porque si no lo haces orita, luego no hay tiempo. Lo raro es que después no hay tiempo porque... ¡nos la pasamos haciendo cosas porque después no hay tiempo! Es un círculo vicioso, irónico, cruel e implacable. Nos absorbe inevitablemente, como un remolino en el agua.
En cierto modo, el ritmo de la vida se acelera porque nosotros mismos le permitimos acelerarse, pero hay que admitir que mucho tiene que ver en esta locura la sociedad. El horario de verano, un novedoso invento que haría que cualquier torturador medieval se sintiese orgulloso, nos descompone nuestro reloj interno; los estrictísimos horarios de trabajo nos hacen vivir con miedo de las consecuencias de fallarle al reloj, aunque sea por diez minutos. No digo que debamos ser irresponsables, pero muchas cosas no tienen que ver con la responsabilidad -porque si uno trabaja en dos horas lo que otro hace en diez, ¿qué importa a qué hora llegó?- sino con el intento, siempre futil, de los hombres para imponer un orden en su vida. Para no sentir que van a la deriva y para... no sé para qué. Igual les falla todo.
Pero bueno. El punto es que no soy el único loquito que se salió de Alicia en el país de las maravillas. Léanlo y entenderán de lo que hablo, porque para mí, el Sombrerero Loco, la hora no importa. En mi reloj siempre es la hora del te. Pero para el Conejo Blanco, siempre es tarde. Es cuestión de perspectivas. Es una lástima que sea la perspectiva del conejo la que se haya popularizado. Ah, qué más da. Ya llegará mi momento... mi hora. Pero también, como todas las demás, se irá volando.

No olviden votar en las encuestas, por favor.

domingo, 5 de octubre de 2008

Personalidad... ¿pirata?

Hola de nuevo, mis amiguitos de Internet. Antes de comenzar a conversar con ustedes, me da curiosidad comentarles algo. Hace poco puse dos comentarios; uno sobre un tema profundo e importante -la pena de muerte-, y uno más light, aunque también importante y reflexivo -Los X-Men-. Me llama la atención que nadie comentó nada con respecto al primero, y en cambio hubo más comentarios en el segundo. No está mal, pero es curioso como cuando algo tiene un nombre más serio nos intimida un poco, ¿no?
Bueno. Les quiero hablar de una cosa que me atribula terriblemente. Cada día que salgo a ver el mundo me toca ver mucha gente, como sería de esperarse. Sin embargo, y esto es lo que me preocupa, veo mucha gente, pero veo muy pocas personas. ¿No les ha pasado? Me explico: por decir, en el metrobús, me toca ver como 150 'cuerpos', y sin embargo, hay como 7 personas nada más (más o menos, no es exacto). Porque de esos 150 todos son parte de unos cuantos estereotipos. Triste, pero cierto.
¿O no? Vean a la gente que los rodea en... no sé... su salón de clases u oficina: fíjense bien. Van a ver que las similitudes entre ellos son muchas y hasta pueden organizarlos en grupitos. Por dar un ejemplo, les ofrezco este: todos dicen (decimos, a veces también se me sale) 'güey' para todo. 'Güey, es que no tengo varo, güey.' !Dos veces en la misma oración! Sorprendente, ¿no, güey? Ya en serio, está muy raro que poco a poco nos adaptamos a ciertos esquemas que vemos en los demás: las palabras, la ropa, las actividades... Eso es lo que me lleva a la pregunta: ¿De verdad somos únicos y originales, o somos, como muchos de nuestros comerciantes, piratería?
No se ofendan. Sé que es muy difícil hacer algo original. En nuestro mundo, tan lleno de gente, es casi imposible ser diferente de todos. El ser similares nos ayuda a subsistir, a no estar tan solos y hasta a reproducirnos. El problema empieza cuando ya no sabemos si lo que somos viene de nosotros o de afuera. Vivimos, hasta cierto punto, con la presión de ser como los demas quieren que seamos. Y tampoco es, al menos no siempre, voluntad de los otros convertirnos a sus ideas, sino que es parte de un ciclo chistoso de adaptación humana: cuando nos hemos acostumbrado a algo, lo vemos 'natural', y todo lo que no pertenece a esa naturalidad es, por antonomasia, grotesco (Vean el comentario de los Hombres Nada-X). Y al ser humano nada le gusta tanto como evitar estas anomalías, de una forma u otra. Por eso hay segregación de tantos tipos, iniciaciones y novatadas para entrar a un grupo, o simple y sencillamente: grupos en sí.
Recuerden cuando estaban en la secundaria o la prepa: había grupos. Oh, sí. Los clásicos matados (o ñoños, tetos, nerds, etc.), los chidos (esos que todo mundo admira, que normalmente son guap@s o deportistas), los X (que son como el pueblo llano de la edad Media), etc, etc, etc. Esos grupos existían porque todos creemos estar en la posición correcta. Por eso es que le encontramos tantas fallas a las ideas de los demás: si es guapo, es gay - dicen los feos-; si es guapa, es bien hueca -dicen las feas-; no le gusta el Psycho, es aburrido.
Ahora, lo interesante es que siempre el grupo mayoritario tiende a hacer más presión. Y eso, muchas veces, nos obliga a buscar la forma de ser aceptados. Porque es natural querer ser aceptados (muy natural, porque muchos primates son parte de grupos sociales). Finalmente, es parte de nuestra esencia el pertenecer a algo. Lo malo es que, en el camino, perdamos lo que verdaderamente somos, o sacrifiquemos aquellas cosas que nos hacen realmente únicos. Y que, además, generemos barreras tan grandes entre los mismos grupos y actuemos de formas tan violentas y crueles para con ellos que no pertenecen al grupo. Considérenlo; después de todo, cada quien tiene su derecho de elección.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Dime qué comes y te diré quien eres

Ya tenía ganas de escribir este comentario, pero no lograba aterrizar la idea. Simplemente no sentía que lo estuviera abordando de la manera correcta. Pero he estado pensando y creo que ya tengo la aproximación correcta. Entonces comienzo.
¿Les gusta salir a comer? A mi sí. Porque comer es una experiencia, a mi parecer, que te hace crecer como persona. Te hace entender mucho, mucho de la naturaleza humana y de sus mismos gustos y costumbres. Lo que uno come, por sorpresivo que parezca, nos expresa de manera casi completa lo que esa persona es. Oh, sí.
Voy a dar un ejemplo. Cuando salgan a comer con su pareja (o su pareja en potencia), observen lo que pide. Si come con salsa, mucha salsa, nada de salsa; si pide un plato vegetariano, si pide pasta... todo lo que una persona representa se puede apreciar en lo que está en su plato. Noten como lo pide, como le gusta que esté servido, y todos los detalles que puedan. Vamos a poner algunos ejemplos: Mi amigo 'Eggs Benedictine' pide unos tacos a pastor y les echa mucha, pero mucha salsa. Normalmente quien come con mucha salsa, o condimentos en general, es gente a la que le gusta exhibirse. Si por el contrario no le echa nada de salsa... bueno, es que no le gusta el picante (lo lamento, pero en la mayoría de los casos esa es la verdadera razón).
Ahora, si 'Eggs' encuentra una mancha en un plátano y ya no se lo come, podemos asumir muchas cosas. Si la mancha está muy chiquita, es que 'Eggs' es un mamila de primera, porque como juzga su comida juzga a las personas. Si la mancha no es tan chiquita, lo más posible es que 'Eggs' sea una persona muy nerviosa. Si la mancha es muy grande, eso significa sin lugar a dudas, que el plátano ya está descomponiéndose.
Lo que hace 'Eggs' es muy representativo. Normalmente proyectamos, sin darnos cuenta, la forma en que vemos el mundo a lo que pedimos de comer. La gente que pide platos muy 'acá', como 'Eggs', que pide Lasagna en todos lados, quiere expresar que se siente atraído por lo más exótico; denotar su condición de cosmopolita. Pero si pide, no sé... ensaladas, 'Eggs' demuestra su preocupación por la salud y la estética. Si hubiera pedido postres o comida rápida, podríamos asumir directamente lo contrario.
¿Por qué 'Eggs'? No importa. La verdad no tengo idea.
Volviendo al punto, lo que comemos nos define. Si nos gustan, por ejemplo, los antojitos, es que somos personas más bien relajadas. Los pasteles; gente muy orgullosa. Pero también podemos decir que la gente que le gustan las comidas sencillas son más bien flojas, en oposición a quienes prefieren platos muy elaborados, que normalmente son hacendososo y muy activos.
Un dato curioso es que mientras menos sean las comidas que te gusten (y más lo que no te gusta comer) menos tolerante y carismático eres. La mayoría de la gente que conozco (que es carismática) come casi de todo. En cambio, conozco gente que no le gusta nada de lo que uno sirve y a nadie le agrada (aunque pueda ser que una cosa te lleve a la otra). Repito: como vemos la comida es como vemos la vida y a nuestros semejantes.
Alguien a quien no le gusta comer comida mexicana es alguien que no se siente a gusto con su mexicanidad. Si a 'Eggs' no le gusta la comida rápida es muy probable que no se adapte bien a los cambios. La gente que difruta más un arrocito casero es normalmente la que se siente cómoda con la familia.
Ahora, éstas no son leyes. Lo baso en mi experiencia vital; en lo que he visto en 'Eggs' y otros amigos o familiares como rasgos comunes. Hasta ahora no me han defraudado. Si tienen cebollazos, otros datos curiosos o simplemente una opinión, ya saben a donde mandarlos. Y que alguien me diga: ¿quién votó por Wolverine en la encuesta?

lunes, 29 de septiembre de 2008

¡Qué le corten la cabeza!

Antes de empezar, les pido nuevamente una disculpa. No pude escribirles nada este fin porque estuve ocupado. No paré ni un minuto, y lo peor es que no fue en nada placentero. Bueno; tampoco me estuvieron torturando unos judiciales, pero ustedes me entenderán (y si no ni modo, pero el intento se hizo). Lo que importa es que hoy estoy de nuevo listo para darles algo en que ocupar sus ociosas y, por tanto, creativas mentes.
¿Están al tanto de que hay una iniciativa para promover la pena de muerte como castigo a los secuestradores que maten, violen o mutilen, no? Que interesante. Obviamente, mi punto es que ustedes piensen si están a favor o en contra, pero antes de que me respondan, vamos a recordar algunas cosas de la pena de muerte.
Desde hace mucho tiempo, el hombre siempre ha sentido la imperiosa necesidad de hacer justicia. Y como la gente (por desgracia) reacciona mejor ante la amenaza del castigo que ante la promesa del premio, siempre buscamos nuevas y más 'intimidantes' formas de hacer desistir a los criminales de sus empresas maliciosas. Matarlos, como es obvio, es una de las más exitosas en este sentido: ¿después de todo, quién no le teme a la muerte, y más si es dolorosa y violenta?
Hagamos memoria: Los mismos griegos, tan civilizados y reconocidos por sus filósofos castigaron a uno de sus hijos más famosos con la muerte. Sócrates, pues, bebió la cicuta y murió. Los antiguos romanos, ya más violentos, mataban como si fuera jugar al dominó: Brutus y compañía conspiraron para matar a César, Marco Antonio se mató solo cuando fue vencido junto a Cleopatra, que también se suicidó. Los samurai, siguiendo su código de vida, practicaban el sepukku, mal llamado harakiri como parte de una muerte ritual, honorable, pero impuesta. Incluso los aztecas y los otros pueblos prehispánicos practicaban sacrificios humanos, en otro contexto, pero es importante mencionarlo.
Y no olvidemos el tan dulce medioevo: La Santísima Inquisición inventó cientos de nuevas y mejores formas de acabar con una vida (y salvar el alma, de paso); también los cazadores de brujas, los señores feudales, etc. Desde la horca, las hogueras, la prueba de la bruja (río, mujer sumergida; si sale es bruja, y la matan, si se ahoga es una mujer santa que murió en paz con Dios), las torturas que a todos nos encantan tales como la dama de hierro, el estómago hinchado con agua y otros tantos clásicos: todos los debemos a gente que creyó que matar era lo correcto.
Aquí comenzamos con las discrepancias. En el mundo de los griegos, romanos e incluso los japoneses, la muerte es autoinfligida en ciertos casos, porque morir por la propia mano es, de cierto modo, más importante que morir en sí. La muerte es un castigo, pero es también una prueba: enfrentarse al miedo y quitarse la vida es una forma honorable de acatar la sentencia, en oposición a ser 'ejecutado' por un verdugo, lo que se consideraba cobarde. Este suicidio es, de una manera indirecta, similar a la muerte en batalla, porque requiere de valor, y aunque se trataba de un castigo severo (mucho), no se perdía la honra.
Para los mesoamericanos, la muerte no era solamente un castigo: era un premio también. Algunos sacrificados eran prisioneros, cierto; pero otros eran elegidos para ser 'ofrendas de vida' a los dioses. Aquí también hay honor, pues el sacrificio es, ante todo, un acto de valor y de misticismo.
Para el mundo romano (otra faceta) y medieval, la muerte era simple y llanamente castigo: no hay honor ni valor. En cambio, hay espectáculo, hay sufrimiento y mucho, en verdad muchísimo dolor. El circo romano mató cristianos como hoy matamos perros callejeros, pero haciéndo fiesta en el inter: leones, gladiadores, parrillas y cientos de llamativas ideas decoraban las masacres que se presentaban en el Coliseo. Y en el caso medieval, quién haya visto películas de la época (Corazón Valiente, con Mel Gibson, es uno de los mejores ejemplos que vienen a mi mente, el otro es Juana de Arco, protagonizada por la bella Milla Jovovich) entenderá lo que digo: sacarle las tripas a alguien vivo o quemarlo (también vivo) son formas muy prácticas de disuadir al criminal. Por eso el castigo era público.
Ahora, volviendo al presente... no, aún no es momento de la pregunta del millón. Antes hablemos un poco más de historia moderna. La condena a muerte ha sido usada aún en formas más elegantes desde que apareció la ciencia: la silla eléctrica, la cámara de gases, inyección letal, incluso el paredón. Claro, los clásicos nunca mueren (pregúntenle a Sadam).
¿Se vale? ¿Es justo? ¿Se lo merecen los criminales? Esa es la verdadera pregunta. El problema de matar y no matar es sólo uno: ¿A quién? Como decido quién merece y quién no que le quiten la vida. Si yo mato en defensa propia, no. Si mato con premeditación, traición, alevosía y ventaja; entonces sí. ¿Pero si me defiendo con premeditación, traición, etc, etc.? Porque habrá quien lo argumente; después de todo, todos defendemos nuestros intereses. Y bueno, el violador. ¿Es peor o menos peor que el secuestrador? ¿Y que el asesino? ¿Dónde queda el torturador?
Como ven, el ranking de la maldad tiene muchos huecos. Ahora sí, les pregunto: ¿están de acuerdo? ¿No? ¿POR QUÉ? Lo que yo escribo no es para que piensen una cosa o la otra. Muchos murieron injustamente por penas como las que mencioné, pero muchos otros viven y destruyen casi las mismas vidas. No puedo decidir por ustedes. Pero les puedo contar un poco de historia para que sepan; para que decidan con consciencia. Además, ¿se vale matar para evitar que maten? ¿La pena debe ser dolorosa? ¿Es un castigo, o una forma de proteger a la sociedad? Mediten, amiguitos de Internet. Y opinen, porque es la voz la que nos da poder.

Nota final: ¿Se acuerdan de la guillotina francesa? Otro encanto de la pena de muerte. Brutal y sencilla. Decidan ustedes: arte, o locura.

jueves, 25 de septiembre de 2008

No te claves (y no hablo de martillos)

Hola, amiguitos de Internet. De nuevo ando aquí escribiéndoles, hoy sí con energía, en su blogsito de confianza. Las babosadas de ayer, malas pero necesarias, me dieron una idea de la que puedo hablar: el enamoramiento. Nótese que dije ENAMORAMIENTO, NO AMOR.
¿Se acuerdan cuando conocieron a su novi@, espos@, parej@, o cualquier otro tipo de compañero amoroso? ¿O creen que conocieron a la persona ideal? ¿Cómo fue? ¿Qué sintieron? Les aseguro que muchísimas cosas. De entrada, igual y no pasa nada. Pero poco a poquito nos vamos comenzando a sugestionar de formas muy diversas (¿a poco no?): nos comenzamos a imaginar como es esa persona; le damos características que nos gustan aunque no más la hayamos visto una vez. O nos empezamos a ilusionar con que el objeto de deseo nos haga caso y hasta soñamos cómo va a ser nuestra relación con el(la), ¡incluso a largo plazo!
Sorprendente lo que hacemos. Pero estos inconscientes debrayes son solamente una parte de lo que sucede cuando comenzamos a clavarnos con alguien. Hay mejores locuras para contarles: Acabas de conocer a X. Nunca l@ habías visto , o quizás convivías con el(la) desde antes, pero aunque en un principio te daba completamente igual si estaba o no; si se veían o no, ahora te parece importante que, mínimo, se crucen sus ojos. ¡Dios mío! Una persona que antes no significaba nada para ti pasa a convertirse en un eje de tu vida diaria nada más porque... ¿por qué?
Esa es una buena pregunta. ¿Por qué nos enamoramos? No lo sé. Es raro que sólo necesitas ver o cruzar unas palabritas, que ni tienen que ser interesantes, para que alguien te guste. Y se me hace raro porque uno esperaría que aparezca la atracción cuando la conoces: ya que sabes quién es y, más importante, cómo es. Ahora, es cosa de segundos. ¿Por qué? Algunos dicen que las tan mencionadas 'Feromonas' son las responsables, pero no me consta, porque venden perfumes con las dichosas Feromonas y, seamos sinceros, si funcionaran habrían muchos más feos con pegue. Y eso nos lleva a otra teoría: la superficialidad. Todos nos enamoramos del físico. Cuando él/ella se ve bien, siempre tiene más pretendientes. Ahora, eso se puede descartar también, al menos en escencia, porque me ha tocado ver que hay quien se enamora de alguien no tan fisicamente agraciado.
¿Entonces? ¿La personalidad? No, porque, repito, basta ver a la persona unas pocas veces. ¿El espíritu? Podría ser, pero entonces ¿por qué luego duran tan poco los romances? ¿El interés? Bueno, existe y lo conocemos, pero el enamoramiento por interés orita no cuenta, porque no tiene esos síntomas que dije antes.
Parece que estamos ante un misterio de la humanidad. ¿Qué nos hace clavarnos con X o Y? No lo sé. Lo que si sé es que no es permanente. Muchas veces tenemos casos de 'amores' que parecieran dignos de novelas o películas y que, a la larga, no prosperan. Porque el enamoramiento es algo efímero por definición. ¿Y cómo no, si te estás imaginando una vida al lado de alguien que ni conoces? No sabes qué le gusta, qué no le gusta, qué hace y cómo lo hace. En un principio, por el enamoramiento, todo lo que haga te va a parecer maravilloso, perfecto y hasta vas a creer que te gusta todo lo que dice, hace y es, aunque en tu vecino de al lado detestes las mismas actitudes. Pero cuando se le acaba la gasolina a nuestra pasión todos los príncipes y princesas se vuelven sapitos (o no, porque el amor de verdad puede aparecer).
Eso es todo por hoy. Queda mucho por decir de este tema; no por nada se han escrito tantas novelas, canciones, películas y poemas de amor y pasión, pero tenemos tiempo. Además, les doy chance de que piensen y se acuerden de cuando se enamoraron de X. ¿Se acuerdan? Les aseguro que muchos hasta se imaginaron viviendo con esa persona y, por qué no, hasta la boda.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Primeras impresiones

Oh, Dios mío. Llevo más o menos un mes con esta locura del blog. Quiero creer que este se ha vuelto el blog de confianza de algunos de ustedes, pero no me hago ilusiones. En todo caso, ya estamos en Lunes, y por eso, por eso mismo, vamos a hablar de las primeras impresiones.
Como me acuerdo cuando conocí D---a (lo omito porque ya me libre de ella, pero si llegara a ver este blog, vuelvo al infierno). Parecía una chica dulce, linda, muy tierna y preocupada por mí. Me enamoré enseguida de esa muchachita, porque creía que ella era inocente; que su alma era pura miel sobre zucaritas. !Ah, que errores aquellos! Conforme empecé a conocerla de verdad, me di cuenta que era dulce, pero sólo con sus amigas. A mi me trataba como si fuera su esclavo. Se preocupaba por mí, al grado que no podía yo llegar tarde porque me armaba una escena tremenda: '¿Dónde andabas? Yo ahí como idiota esperándote y tú blablabla...'. Finalmente resultó un desencanto terrible.
Por otro lado, cuando conocí a mi hermano (sí, otra vez el de la misma edad, no pregunten), me caía mal. No lo soportaba. Pero luego vi que debajo de su 'fresés' y frivolidad (es broma, para que te enojes al leerlo) había un tipo bien chido. Y cuando conocí a 7 -otro día les contaré la historia- pasó algo muy parecido. Así es la vida. Nunca podemos juzgar a una persona por la primera impresión, porque, o bien estamos en lo cierto, o estamos cometiendo un error más grande que el océano Índico.
Me pongo por ejemplo. Cuando la gente me ve, solamente ve una parte (normalmente el sombrero), pero todos los que me conocen saben que, dentro de todo, no soy tan malo como parezco. Sin embargo, esa primera impresión que he causado (mala, por cierto) en muchas personas me ha cerrado puertas importantes. Muchas chavas me han bateado, me han sacado de muchos lugares porque creen que me robé algo y me han tocado muchos, y quiero decir muchos como los granos de arena de las playas del mundo, insultos por parte de mucha gente. No me quejo, pero es raro que cuando esa gente me conoció, su percepción cambió.
Le pregunto una vez más a mis publico: ¿por qué p¡nch@ razón somos tan prejuiciosos? No más vimos a la vecinita con minifalda y luego luego a pensar que es, ¿cómo se dice; casquivana? Vemos que un chavo abraza a su amigo y ya es gay. Nuestras mentecitas son verdaderamente veloces a la hora de ponerle etiquetas a la gente. Y también de otras cosas, más en el caso de los hombres, pero de eso hablo otro día.
¿No nos cansamos jamás de equivocarnos? Pareciera que no, porque igual seguimos fijándonos en las primeras impresiones como si fueran verdad absoluta. ¡Espérense, por amor al pudín! Siquiera dejen que él mismo se ponga la soga al cuello antes de lincharlo. Porque si no, podemos estar haciendo algo que nos puede salir caro. Porque si cuando te juzgan mal sales perdiendo, cuando juzgas mal pierdes más, amiguito de Internet.
Tu futura novia podría ser la perra pérfida que se coló adelante de ti en la fila de las tortillas (o del banco, para los que se sienten nice), o tu próximo jefe podría ser el gordito que dijiste que estaba bien menso porque dijo mal una palabra. Y entonces, ora si te va a ir mal. Porque si te quejas de la perra de la cola (o al revés), y luego ves que no era tan pérfida, ya perdiste tu tiro. Y si luego la entrevista te la hace el gordito, ya mejor vete preparando para barrerle la oficina.
No se dejen engañar por la primera impresión, que sí cuenta mucho, pero que no siempre es definitiva. En el caso contrario, tampoco se dejen deslumbrar por la güera del antro que bailaba como diosa, o por el tipo que trae un carro del año y te saluda como si fueras de su familia. Ni todo lo que está en el piso es basura ni todo lo que está en el cielo son estrellas; porque el oro sale de la tierra y porque de arriba caen las kk's de los pájaros. Más vale irse a la segura, despacio. Total, es mejor tardarse en conocer a alguien que apresurarse en cometer un error, y vale más la pena correr el riesgo de no ponerle etiquetas a las cosas, porqué así sabemos después cuál le va a quedar mejor.

P.D. - Esta semana voy a poner dos encuestas. Una es porque quiero y la otra porque es importante. En esta última voy a poner algunos temas. Voten por lo que quieran ver y leer en este, su blog de confianza.

martes, 16 de septiembre de 2008

Camino al bicentenario

¡Viva México!... o al menos eso fue lo que oí ayer. Yo no sé si México es la gran maravilla que nos dicen que es, al menos no después de ver a López Obrador peleándose por el petróleo; o después de oír como le cobraron a una familia el rescate por su hijo ¡durante la MARCHA contra la INSEGURIDAD! Es vergonzoso. Nuestro país está hecho un CAOS, y nosotros dando gritos en el Zócalo.
Sí, ya sé que somos independientes de España y que eso hay que celebrarlo, pero no me digan que no somos dependientes de los malditos Estados Unidos. Lo somos, por mucho que nos pese. Y tampoco somos un país independiente económicamente. Dependemos del Petróleo, y el problema es que ni siquiera sabemos bien a bien qué hacer con él. Si lo venden, nos friegan, porque ya no va a ser nuestro; pero si nos lo quedamos, se queda en el Golfo.
Así es. Estamos en el hoyo. Y eso que México es un país rico en recursos, y ni hablemos de su posición estratégica. Tenemos acceso a dos océanos, estamos entre dos bloques continentales y tenemos un clima (teníamos, al menos) que todos envidiarían. Pero tenemos un gran defecto: nuestra sociedad es nefasta.
Por si algún patriotero viene a insultarme, de una vez le digo: 'El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. Y van a ver que no es mexicano el que la aviente.' Lo digo porque es verdad. ¿O qué, no pagan mordidas, amiguitos de Internet? ¿No compran pirata? ¿No buscan evadir impuestos? Claro que lo hacen, y hasta yo lo hice alguna vez. Porque una cosa es amar a México con tres tequilas encima, viendo la pirotecnia del Zócalo y con las banderitas agitándose, pero otra muy diferente es de verdad actuar a la altura de un verdadero amor al país.
Piénsenlo, porque el 15 y el 16 todos somos mexicanos. Todos creemos en la nobleza nacional y nos enamoramos de lo autóctono. Pero se acaba el día de la Independencia y todo vuelve a la normalidad: los indígenas (que son parte muy importante de la identidad nacional) son marginados en todos los aspectos; otra vez nos da pena ser morenitos, repudiamos el cine mexicano y volvemos, todos, a pelearnos entre nosotros (ya sea por partidos políticos o hasta por el fútbol).
La verdad, lo tengo que decir. Yo no creo que México sea un lugar maravilloso. El país, en cuanto a territorio y clima, y todo lo natural, es verdaderamente hermoso. Pero los mexicanos, en su generalidad, lo han llevado a su ruina. Tiramos basura en la calle (y digo 'tiramos' por ser solidario, yo la guardo en mi mochila hasta que llego a un bote), desconocemos la historia de nuestro país (¿a ver, diganme 5 personajes de la independencia y qué hicieron, sin ayuda de la Wikipedia?), y hasta unos locos tiraron granadas en Morelia, con lo del grito. Así estamos.
Ahora, no digo que vayan a dejar de sentirse orgullosos de ser mexicanos, pero como siempre digo: PIENSEN de qué están orgullosos. No es que renieguen de su país, sino que estén conscientes de lo malo. No podemos tapar el sol con un dedo, y menos con una banderita de a $15 que compramos en la calle. Debemos reflexionar: 'De verdad, ¿amo a México? ¿Estoy orgulloso de ser mexicano?' No lo hagan, por favor. No estén orgullosos ahora; luchen para ser mexicanos de verdad, de los que si se pueda estar orgulloso. Dejemos, poco a poco, de ser patrioteros de 'ponte la verde y ve al partido de la selección'. Aprendamos a respetar a nuestro país y a vivir con ganas de hacer un mejor país. No peleemos por el petróleo como trofeo. Por mí, que se olviden del petróleo; pero que hagan algo por México con otro tipo de energías. No busquemos decir que López es bueno o malo, mejor vamos ayudar al país, a la sociedad. Vamos a hacer lo que es bueno para el país; no para partidos, ni para intereses, ni para sectores de la sociedad.
No hagan fiestas, como Marcelo. Cambien. Evolucionen. Mejoren. Aprendan. No ataquen, como López. Propongan. Ayuden. Cooperen. Toleren. Y tampoco se tapen los ojos, como Calderón. Vean. Analicen. Comprendan. Acepten. Si nos ponemos a pelear entre nosotros, no llegamos a ningún lado. Olvídense de los partidos. NO CREAN EN LÓPEZ OBRADOR, NI EN CALDERÓN, ni en ningún político. Crean en la gente, que es la que importa. Olvídense de las faramallas políticas, y vivamos de acuerdo con lo que le ayuda al país. Yo no sé si podemos cambiar nuestra situación, pero sí se que nadie lo va a hacer por nosotros. Olviden la política y recuerden que, antes de que hubiera PRI, PAN y PRD; antes del petróleo y de todo lo demás, había un país llamado México... y nos necesita.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Mitos, héroes y titanes

Acabo de ver una de mis películas más viejas; pero también de mis favoritas. 'Furia de titanes', se llama, y para quienes no la hayan visto, se las recomiendo, aunque tengan en cuenta que es de la época en que los efectos especiales se hacían con animación de plastilina, títeres, y otros viejos trucos de esos que ya no se usan. A mí, sin embargo, me parece una maravilla.
Se trata de una de las primeras formas que adquirió el hombre para crear superhéroes y también supervillanos: la Mitología, en este caso la griega. Y por eso, decidí hablar de eso en mi blog. Las historias de los mitos griegos son verdaderamente fascinantes, al grado que hoy, tres mil años después, las seguimos creyendo (¿o a poco no vieron 'Troya', con Brad Pitt). Las repercusiones que han tenido estos héroes (Hércules, Aquiles, Perseo, Jasón y Odiseo, entre otros), sus respectivos villanos o compañeros (el poderoso Kraken-Ceto, el magnífico Pegaso, las siempre desagradables Medusa y sus hermanas, el Minotauro, los Cíclopes, la Hidra, etc.) y los mismos dioses del mundo clásico (Zeus, la mami de Afrodita, el bello Apolo, la sabia Palas Atenea y el fiero Marte -olvidé su nombre griego, pero me entienden-) nos han dado para todos estos años de historias y parafernalias, desde lo más serio como traducciones de la Teogonía o las Metamorfósis, hasta las más alivianadas como los queridos Caballeros del Zodiaco.
Así pues, me parece justo decir que de los griegos y sus mitos se han desprendido muchísimas cosas que hoy nos maravillan. La mayor parte de los poderes que un Superhéroe moderno pueden tener, ya los habíamos visto en Mitos Griegos: superfuerza-Hércules, volar-Mercurio, relámpagos-Zeus... podría seguirme todo el día. En este sentido, podríamos decir que el Wolverine de esta época era Aquiles, y que el Scott Summers de aquellos tiempos era Apolo, y quien sepa de estos mitos entenderá por qué razon lo digo.
¿No es raro que desde hace tanto tiempo atrás el hombre ya soñara con algo que es, humanamente al menos, inalcanzable? ¿O con creaturas que, si bien increíbles, también son muy realistas? Es sorprendente, pero es parte de la naturaleza humana. Muy aparte del hecho de que toda leyenda tiene un fondo de verdad, es propio de nuestras mentecitas imaginar, soñar, buscarle formas a nuestros sueños y nuestras pasiones. Convertir en monstruos alegóricos las formas de destrucción que conocemos. De hecho, todos los titanes griegos son representaciones de las fuerzas naturales. Ceto, el agua; Prometeo, el fuego. La victoria de los dioses sobre los titantes representa la supremacía del hombre y la civilización sobre ésta naturaleza.
Finalmente, me sigo admirando de la profunda comprensión que tuvieron estos mitos de la esencia humana, pues fueron capaces de retratar las más complejas emociones a través de aventuras maravillosas, llenas de peligro y de intrigas; pero también de gloria y de valentía. Me asombra la capacidad que tuvieron para crear héroes que pueden inspirarnos a ser mejores, y de reflejar virtudes que, en esta época incluso, todos deberíamos de buscar.
No sé cuanto sepa cada uno de mitos, o de los Caballeros del Zodiaco, o de cualquier cosa que nos una a ese mundo tan antiguo, pero les puedo asegurar que, de cualquier forma, todos hemos soñado alguna vez con algo que nos asemeja a aquellos héroes o, incluso, a los monstruos que enfrentaron. Todos encontraremos una identificación con algún personaje de los griegos. Por eso, no les pido sino que se den cuenta de que, dentro de todos nosotros, está el deseo de lograr alguna proeza; de conseguir ser, de cualquier modo, algo que sólo nosotros podemos. Sigan así. Yo, al menos, lo voy a hacer.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Misión Imposible: Sé Feliz

Hola de nuevo, amiguitos de Internet. El día de hoy se me ocurrió escribir de una cosa que todos debemos enfrentar en algún momento. Normalmente esperamos que la vida sea un paseo tierno y dulce, lleno de premios al final de la carrera. Pero no es así. Debemos aprender, muchas veces por las malas que la vida es una lucha. Un combate en el que te hallas solo contra el mundo; sin treguas, ni aliados, ni segundas oportunidades.
Así es. Cuando te despiertas cada día sabes que la misión, si decides aceptarla, es sobrevivir y lograr conseguir tanta satisfacción como sea humanamente posible. Y eso, gente bonita, no es fácil. Tienes que lidiar con la cama, que desde que te despiertas lucha por enredarte y evitar que te levantes; luego con el transporte público y las vías de tránsito de nuestra hermosa ciudad, y posteriormente con cualquiera que se atraviese entre tú y el final del día.
Por lo mismo, nunca puedes bajar la guardia. Todos en la jungla de asfalto son potenciales enemigos; incluso los amigos o la pareja pueden serlo. Porque todos esperamos algo, de un modo determinado y por alguna razón que los demás pueden o no entender. En oposición, los demás quieren hacer lo que les parece mejor y a su modo. Buscarán, como es natural, convencer (u obligar) a la gente que esa es la mejor elección. Y tú, por tu parte, debes de hacer lo mismo.
No es egoísmo, ni es mala onda, y mucho menos son ganas de lastimar, pero si tú no lo haces, otros lo van a hacer. Si quieres comer italiana, no te conformes con una pizza de microhondas. Lucha por vivir a tu manera; 'vive tu sueño, Wilson' diría House. Si te dejas intimidar en lo pequeño, no dudes que en lo grande no va a mejorar nada. Ataca, defiéndete y no te olvides de lo que deseas. Si permites que alguien más decida por ti te va a ir muy, muy mal.
Recuerdo la historia de un conocido: le decíamos el 'doctor', porque le faltaban como dos meses para acabar la carrera, que él, por cierto, odiaba. Entonces, en un último acto de respeto a sí mismo (La verdad te hará libre), se largó de la Facultad de Medicina y hoy en día se dedica a un trabajo sin futuro, ni lujos, ni oportunidades de crecimiento, pero que lo hace menos infeliz que la medicina. Su historia es, en una medida, triste, y en otra, feliz. Si se hubiera rebelado contra aquella decisión que le impusieron antes, podría haberse dedicado a lo que siempre quiso: la fotografía. Pero si se hubiera conformado por simple comodidad o por miedo, sería el doctor más infeliz del mundo, y sus pacientes... mejor ni hablar.
Sigue tus instintos. Si algo no te late, no te calles. Si no quieres hacer algo de lo que no te sientes orgulloso, renuncia. La vida no es para que le saques todo el jugo que puedas. Es una lucha en la que es mejor morir que doblegarse, matar o morir. Si tú no te cuidas, nadie lo hará por ti. Nunca renuncies, ni accedas a lo que no es lo que quieres. Decía mi abuelo que el que poco pide, poco merece, y es cierto. Hoy en día nos enseñan a buscar el éxito, pero se olvidan de enseñarnos que el éxito no debe ser nunca más importante que la felicidad; no vale la pena sacrificar lo que somos por lograr tener algo seguro en la vida.
Cada día es la oportunidad que tenemos de alcanzar la gloria, de saborear la libertad; de ser lo que siempre quisimos ser, pero que muchos no se atreven a ser. No renuncien a eso en pos de algo que les han metido en la cabeza. No se vendan por sueños que no son los suyos. Recuerden la historia de la humanidad: los verdaderos triunfadores son aquellos que se dedicaron a hacer lo que quisieron y que vivieron siendo ellos mismos. Los demás, bueno. Miren al frustrado que todos conocemos, que tiene un trabajo estable, o un coche, o una mujer que parece de revista, y que no es feliz. ¿A eso quieren llegar? Si la respuesta es 'Sí, eso quiero', allá ustedes. Si no, empiecen a luchar por sus sueños; y recuerden. Los sueños y el honor son lo único que no les pueden quitar.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Relaciones a prueba de compromiso

Hay una cosa que les quiero contar hoy. Normalmente, cuando salimos con alguien, terminamos enredados en una relación que nos obliga a poner esfuerzo y tiempo de una forma casi obligatoria, aunque a veces no queramos. Nos vemos presionados a hacer cosas que normalmente no haríamos y a soportar cosas que normalmente no soportaríamos. Y, cuando no hay 'amor' (a falta de un término mejor), todo se puede convertir en un infierno sin que nos demos cuenta. Claro, hay momentos en que uno busca una relación de verdad, y entonces nada de lo que hayan leído aquí, ahora, les va a ayudar. Mientras tanto, si quieren divertirse un rato, sin involucrarse demasiado, aquí hay algunos consejos útiles para evitar el compromiso serio en una relación:

1.- Nunca salgas con alguien que trabaje (o estudie) contigo. Si lo haces, vas a tener que pasar mucho, mucho tiempo mirando y conviviendo con esa persona. Eso puede parecer una ventaja, pero debes tener en cuenta que ella (o él, si eres una chica) te va a estar observando todo el día. La libertad que puedes tener en tu trabajo o en la escuela se reduce drásticamente. Pero la verdadera desventaja es que, si truenan, van a tener que soportarse el uno al otro, además de los chismes que seguramente van a salir cuando la gente se entere...

2.- Evita los detalles personales (especialmente los verdaderos). Nunca des una dirección, ni un teléfono, ni nada parecido. No es malo que los des, pero entre menos sepa más difícil le será controlarte. Tampoco le presentes a tus amigos y bajo ninguna circunstancia a tu familia. Mantenlo simple: 'Yo te hablo', 'Mejor mándame un mensaje', usa el E-mail o messenger en vez del celular si es posible. Claro, hazlo discreto. Si lo prefieres, invéntale los datos y luego sal del paso con excusas como: 'Ah, sí... me quedé sin batería en el cel...', 'Qué raro. No me llegó tu mensaje', o la clásica 'Déjame ver... ¡fijate, lo anotaste mal!'.

3.- Nunca salgas con nadie que sea demasiado conocido. Mientras menos gente sepa que salen juntos, menos será la presión para que estén y sigan juntos. Asimismo, es mucho más fácil lidiar con una persona que con el ejército de amigos y conocidos que puede tener. También te será más fácil moverte en el mundo si son pocos los que te reconocen como novi@ de X.

4.- Sexo en tu propia cama, mala idea. El mejor lugar para hacerlo es cualquiera que no entre en tu espacio vital. Esto implica tu casa, tu coche y cualquier otro sitio que consideres tu guarida. Ahora, este no es punto obligatorio, pero te ayudará a que ella no se sienta verdaderamente involucrada en tu vida. Claro, trata de hacerl@ pensar que sí es parte de tu vida. Por eso, mejor llévala a su propia cama.

5.- En caso de duda, mejor truena. Si sientes que pese a todo lo anterior te estás clavando, hay dos opciones: o aceptas el compromiso, o te pelas antes de que el compromiso te acepte a tí, por las malas. Este es un punto de no retorno, y mientras más vueltas le des, más probabilidades de que alguien salga lastimado (y si tú estás siguiendo estos consejos, probablemente no serás tú). Es mejor aceptarlo: si no quieres una relación, mejor no te claves.

Bueno. Por hoy eso es todo lo que les diré. Diviértanse, hagan caso de mis consejos, o mandenme a la tostada. Pero vivan. Hagan lo que quieran... en serio, ¡Háganlo!

martes, 9 de septiembre de 2008

Suerte para la próxima

Hola de nuevo. ¿Por qué estoy escribiendo aquí otra vez? Parece que nadie lee este blog. La ventaja de ser yo es que realmente no me importa. Escribo porque me gusta hacerlo; escribo para mi, y bueno, si alguien lo lee es un bono.
En todo caso, hoy tengo una queja para el mundo. No tengo suerte. Ni un poquito. Conozco gente que tiene mucha suerte: encuentran billetes de cien en la calle, cuando tienen problemas siempre encuentran una salida fácil... salen ganando, y a ellos no les cuesta. No tienen que ser muy listos, ni necesitan esforzarse. Sólo ganan. Triunfan. Reciben los mejores tratos porque sí, porque tienen suerte.
¿No les ha pasado algo con eso? A mí me pasa constantemente. Cuando juego Poker en aquel sitio que anuncian tanto en la tele, pierdo inevitablemente. Aún cuando tengo un par alto -aces, reyes-, siempre llega la última carta para redimir a un jugador que tenía un par más bajo y que termina con dos pares. Pierdo. Como no les veo las caras, no puedo saber nunca qué clase de juego pueden tener, y con mi pura suerte no me basta para ganar. En cambio, muchos de esos sujetos con los que juego tienen una suerte que... para que hablar.
Y eso no es todo. Hay un dicho que dice: Suerte en el juego o suerte en el amor. Tristemente, puedo decirles que eso es falso. No tengo suerte en ninguna de las dos. Y no es que no me pelen, porque eso no depende de la suerte sino del trabajo que uno hace al ligar. El problema es que siempre me enredo con locas: celosas, posesivas, neuróticas o ladronas. Y -antes de que lo pregunten- no, no es que yo las busque así. Es suerte.
Otra cosa que me asusta de la suerte es que es completamente aleatoria. A veces es muy buena, a veces mala; para unos es mejor y para otros peor. ¿No dijo Alejandro Magno que la suerte favorece al valiente? Se equivocó. Mucho. La suerte nos trata como quiere, y puede hacer lo que le plazca con nosotros. A veces parece que nos va a ir bien; que nada puede salir mal: digamos, una entrevista de trabajo. Ropa limpia, arreglado, listo para cualquier pregunta. Sales con tiempo, hace un día soleado. Pero nunca creas en que la suerte está de tu lado, porque miente. En cuanto sales, te das cuenta que, por alguna extrañísima razón, tu choche no arranca. Ni modo. Pero no termina ahí. El camión no pasa, y no va a pasar hasta unos treinta minutos más tarde. Y si tomas taxi, seguro va a haber una marcha, o un trailer se va a atorar en cualquier avenida. La vida esa así.
Bueno, lamento haberme gastado mi entrada de hoy en una cosa tan simple, pero bueno, es mi blog y yo lo escribo así que, si no les gustó... SUERTE PARA LA PRÓXIMA.

lunes, 8 de septiembre de 2008

TeleVICIOn

Otro día, otra entrada. Es curioso que estoy escribiendo estas páginas justo cuando acabó la nueva serie animada de los X-Men (desde hace mucho soy fan de Cyclops-Scott Summers). Pero bueno, sólo lo comento porque mi comentario de hoy es de algo que todos hemos vivido en la vida: la gran influencia que tiene la televisión sobre nosotros, y que no necesariamente es mala.
Recuerdo que, cuando era niño, me la pasaba viendo caricaturas en el 5 (todavía veo algunas, pero ese no es el punto). Lo hacía porque me divertía, y sin darme cuenta, como todo niño, absorbía como esponjita todo lo que veía. Iba a la escuela -primaria- y me ponía a jugar con mis amigos a los Power Rangers. Hace poco estuve platicando con amigos más recientes, de la universidad, y me enteré de que muchos de ellos jugaron a lo mismo en algún momento.
Luego, ya en la secundaria, me acuerdo y me río de que, cada miércoles, siempre oíamos en el salón la misma pregunta: '¿Viste el monólogo?' Nos pasabamos un buen rato hablando de los chistes, los sketches, el reportaje y todo lo que veíamos en ese programa que se llamaba 'Otro rollo', que catapultó a la fama a Adal Ramones. Nos reíamos como idiotas al volvernos a contar los chistes, aunque ya los hubiéramos oído ayer. Y ni qué decir de Dragon Ball Z. Nos comprabamos los álbumes, las estampas, los juguetes...
Pero crecí. Y entonces todo cambió... ¡NO! Hace relativamente muy poco, cuando salió 'Héroes', mi hermano y yo, que tenemos la misma edad (no pregunten) nos quedábamos clavados frente a la tele para ver como Peter Petrelli y Hiro Nakamura salvaban a la porrista... ah, y al mundo. Cuando él compró la primera temporada en DVD, nos pusimos a ver los mejores capítulos todo un día, y luego, para amarrar, vimos capítulos de otra caricatura, no la nueva, de los famosos X-men (que es la que compré yo). ¿No es raro pensar que, a esta edad en que muchos de nuestros padres ya abuelos eran hombres hechos y derechos, casados, con un trabajo estable y hasta con hijos, yo siga viendo, igual que muchos de ustedes, la televisión como si todavía fuera un niño?
Es verdad. Todos vemos en la tele una u otra cosa, y nos emocionamos al verla. Casi todos tenemos un capítulo favorito de los Simpson, y aún los que no, sabrán de lo que les estoy hablando. Todos sabemos, aunque no nos guste, que hay una telenovela cada hora en el 2, y hasta contratamos 200 canales de Cable o Sky para ver nada más 10. Así somos. Teleadictos a lo bueno. Porque la Televisión es una cosa seductora y perversa. Nos acecha y nos ofrece todo lo que siempre hemos soñado. Como niños y como adultos.
Actualmente, ya que no pasan 'Héroes', me puse a ver al doctor House. Es, para mí, la mejor serie de T.V. que sale al aire. Me confieso un verdadero fan del programa y de su protagonista, interpretado por Hugh Laurie. Me maravilla cada vez que veo como resuelve enigmas médicos, descubre la naturaleza de la humanidad -Todos mienten, es cierto- y le lanza piropos a Cuddy, su jefa, todo mientras insulta a todos a su alrededor con un sarcasmo tan ingenioso que es difícil de creer. Lo lamento si me vi muy geek, pero es la verdad. Sigo viendo televisión, y sigo pensando que es divertida. Y como dije, creo que también nos puede enseñar. Para eso hay Discovery, Animal Planet, NatGeo y otros, pero los que yo veo (culturales) son esos.
Bueno. Los dejó esperando que se hayan entretenido un rato, y también que hayan reflexionado un poquito acerca de esa compañera del diario, a la que visitamos cuando no hay nada que hacer, o cuando queremos ver algo para divertirnos. Y, ¿por qué no?, que hayan recordado cuando ustedes también jugaban a los Power Rangers.

domingo, 7 de septiembre de 2008

¿Cultura Pop?

Ya estoy otra vez escribiendo. Finalmente no me pesa, porque espero dedicarme a ésto, profesionalmente, un día de estos. Antes de comenzar con mi entrada, me da un poco de angustia ver los supuestos Gadgets del Blog. No sé si funcionan o no... me parece que no. Y es que la verdad esto del internet no es realmente lo mío.
Pero bueno. Ya es momento de comenzar a hablar. ¿Ustedes, mis queridos amiguitos de Internet, se consideran personas cultas? Antes de contestar, deben de pensarlo bien. Porque ser culto o no ser culto es una cosa rara. No es como, por ejemplo, estar vivo o muerto, donde no hay puntos medios. Ser culto es posible de muchas formas. Por eso existe lo que se llama la cultura Pop.
Empecemos por definir que implica, socialmente sobre todo, ser culto. Una persona culta es esa persona que tiene alguna forma de conocimiento del mundo en que vive. La gente 'culta' sabe de música, de literatura, de arte... de política, incluso. Y aquí comenzamos a vernos en problemas. ¿Si yo sé mucho de cine (comercial), soy culto? Algunos de los que leen este blog me van a decir que soy un p*nd*j@, y otros a lo mejor no. Pero vale la pena preguntárnoslo. ¿No es cierto que todo lo que crea el hombre, como acto creativo, es cultura? Entonces hasta las babosadas de este blog son herencia cultural de la humanidad. ¿Y por qué no? ¿Cómo sabemos que, por ejemplo, los famosos objetos de algún museo no fueron hechos por simple ociosidad?
Yo creo, ante todo, que la cultura nos rodea a cada momento, porque vivimos rodeados de gente que a cada instante nos refleja pedazos de nuestra misma cultura. Obviamente no toda esa cultura nos va a parecer admirable, y es posible que reneguemos de muchos aspectos de ella. Es normal; nada es nunca perfecto. Ser naco, al menos en México, es cultura, igual que ser Emo o ser fresa. La Salsa de los micros, pésele a quien le pese, es también cultura.
Ahora, es importante que reflexionemos con respecto a esta realidad que nos rodea. ¿Qué tanto nos hace cultos ver telenovelas? ¿Y escuchar a Beethoven nos hace cultos? Yo, en lo personal, creo que nada te va a hacer culto si no reflexionas en aquella cultura precisamente como cultura, valga la redundancia. Si uno va al museo a ver la Noche Estrellada de Van Gogh, o se pone a leer un cómic de los X-men sin hacer caso de que lo que tiene, en ambos casos, frente a él es cultura, da completamente igual que lo vea o no. La cultura nace no nada más de lo que vemos, sino de lo que nos provoca y lo que nosotros hacemos con esa cultura.
Todos, en algún momento, hemos pensado en algo (una pintura, un libro, una película, una canción, una caricatura, un coche, una foto, etc.) que nos hace sentir alguna cosa y que nos muestra, directa o indirectamente, una faceta de la humanidad. Ésto, precisamente, es la cultura. Aquello que refleja la esencia de la gente. Cuando escuchamos nuestra canción favorita, sentimos algo; entendemos que el cantante, el composito y el letrista, o cuando menos alguno de ellos, nos están transmitiendo algo que quieren decir, para que llegue a la gente o para que perdure.
Esos mensajes son cultura. En ese sentido, el Quijote, que muchos de los lectores de este Blog pueden haber no leído (y aún así vivir felices), es tan cultural como Paquita la del Barrio. No me voy a poner a decir que son iguales, porque no lo son, pero en su intención y su naturaleza son cultura: nos describen la esencia de las sociedades en que nacieron. Son, cada uno, una biopsia del tejido del que se compone la humanidad.
Sí, sé que me van a odiar muchos. Pero aceptémoslo: la cultura es parte de nuestra vida diaria, y no se encuentra solamente en una universidad, en un museo o en una biblioteca. Está en la calle, en los bares, en la tele (y no me refiero a canal 11) y hasta en las puertas de los baños. La cultura es lo que somos, bueno o malo, y lo que usarán nuestros tatara-tatara-tatara nietos para entender cómo vivíamos.
¿Quién sabe? Algún día Harry Potter podría ser considerado el libro que dio forma a una era, y con un poco más de suerte, este Blog se podría convertir en un ejemplo de cultura folklórica de este siglo. Supongo que nunca lo sabré.

P.D. - Les prometo que mi siguiente tema va a ser más light, por si sienten que solo me meto en cosas densas.