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viernes, 12 de junio de 2009

No me echen la sal...

Hola a todos, una vez más arranca un comentario en éste, tu blogsito de confianza. Antes de empezar con mi verborrea quiero contarles una cosa que me trae loco: estoy tratando de bajar un jueguito gratis de Internet (oh, sí. Gratis hasta las puñaladas, dicen algunos), pero no puedo! Un p!nch3 archivo está corrupto y no me deja instalarlo! ¡Quiero jugar! ¡Y no puedo!

Dicho lo anterior, les comento, amiguitos de Internet, que estaba yo pasando por una de esas calles tan concurridas de la ciudad de México, y de repente, sin previo aviso, vi un pintor trepado en una escalerota de esas de pintor (valga la redundancia), recargada en la pared. Oh, sí. Y lo genial fue que nadie quería pasar por debajo de la dichosa escalera. Entonces yo, ya me conocen, me dispuse a llevar la verdad y la razón a aquellos 'pobres diablos'. ME preparé, pasé por debajo de la famosa escalera y me cayó una gototota de pintura que no puedo quitar de mi camisa... ¡JA! No es cierto. No pasó nada. Y ese es el punto del comentario de hoy.

Vivimos en un mundo supersticioso, mis niños y adultos. Estamos rodeados de costumbrillas raras y casi 'religiosas'. Digo, no sé ustedes, pero yo conozco gente que vive inmersa en ese mundillo. Hay un conocido, al que llamaremos 'Eggs Benedictine', que siempre que se le cae la sal, agarra con los dedos la que puede y la avienta atrás de su hombro. Otro amigo, al que llamaremos inocentemente 'José Luis' (si hay un José Luis leyendo, tal ves eres tú), que decía que si tomas del mismo vaso que una chava antes que sea tu novia nunca podrán tener una relación. Otro amigo, al que le pondremos 'NomellamoGerardo' (no eres tú, Gerardo, en serio) no sale de su casa sin su talismán de la suerte, que es una plaquita que le regaló su novia, y que tiene marcado un signo vudú o no sé que.

Creo que todos creemos, de una u otra forma en distintas supersticiones. La más cercana prueba está en su mail (si no hay mínimo una cadena en su historia, es que no tienen mail). Que si la Virgen de Fátima te pide que la mandes sesenta veces a tus mejores amigos, se te va a conceder la salvación, pero si no lo haces, vas a tener relaciones fracasadas por doce años. Esta me encanta. Decía en una que si yo la mandaba a mis doce mejores amigos, el amor de mi vida me iba a llamar a las doce de la noche para revelarme sus sentimientos, pero si no lo hacía, todos mis amigos me iban a odiar. La verdad no lo hice, mis amigos siguen como estaban, y estoy seguro que si lo hubiera hecho nadie me hubiera llamado a las doce de la noche.

En todo caso, sí conozco historias de gente que sí siguió las cadenas y le pasaron cosas asombrosas como: recibió respuestas insultantes, lo marcaron como spam, su novia lo dejó por saturarle el correo con m!3rd@. Yo creo que mucha gente pierde el tiempo (sobre todo con esas cadenas), pero hay algunas cosas que sí me han sorprendido. Mi abuela tiene una cajita roja, y dice que si pones una monedita allí, nunca te va a faltar dinero. Al principio pensé que era un cuentito bien intencionado, pero tenía un amigo cuyo papá se quedó sin chamba. La cajita recibió su moneda, y no les miento, le regresaron el trabajo a los tres días, o algo así, y hasta carro se pudo comprar no mucho después. Igual, conozco la historia de unos niños que agarraron unas cartas de tarot enterradas y a uno le cayó una enfermedad, algo bien loco que le comía los huesos, o algo así. Neta.

A veces hay explicaciones para las supersticiones. Dicen por ahí que como nos vemos a nosotros mismos en el espejo, si se rompe 'subconscientemente' visualizamos que algo nos daña, por eso lo de los años de mala suerte. También he oído que lo de no abrir un paraguas bajo techo es porque un señor que lo hizo en su departamento le sacó un ojo a alguien. Yo no sé que sea qué y qué sea quién y quién sea qué, pero me parece interesante ver que cosas que pasan o que nos imaginamos terminan por darle forma a leyendas urbanas de altísimo nivel. La otra vez un amigo pasó... era amiga, de hecho. Contó que pasó por cierto puente, más bien debajo, en su coche, y dijo que vio unos vagos, pero así, un buen. Luego comenzó a circular el rumor que había ahí una ciudad perdida de puros chavos de la calle y vagabundos, y ya luego decían que si pasabas por ahí a pie te secuestraban y ya no te dejaban irte. Todo lo que salió, no?

Bueno, esto es todo lo que tengo yo que decir, pero recuerden que éste es también su espacio, su foro... y bueno, aunque el sombrero es mío, igual pueden escribir de sus vivencias. ¿Alguna vez han vivido una superstición 'real'? ¿Qué supersticiones conocen, gente bonita? ¿Ustedes son supersticiosos? ¿Alguien sabe como puedo instalar Perfect World Internacional?
Esta y otras respuestas quedan en ustedes. Se despide el siempre sediento sombrerero loco. Los veo luego!

martes, 9 de septiembre de 2008

Suerte para la próxima

Hola de nuevo. ¿Por qué estoy escribiendo aquí otra vez? Parece que nadie lee este blog. La ventaja de ser yo es que realmente no me importa. Escribo porque me gusta hacerlo; escribo para mi, y bueno, si alguien lo lee es un bono.
En todo caso, hoy tengo una queja para el mundo. No tengo suerte. Ni un poquito. Conozco gente que tiene mucha suerte: encuentran billetes de cien en la calle, cuando tienen problemas siempre encuentran una salida fácil... salen ganando, y a ellos no les cuesta. No tienen que ser muy listos, ni necesitan esforzarse. Sólo ganan. Triunfan. Reciben los mejores tratos porque sí, porque tienen suerte.
¿No les ha pasado algo con eso? A mí me pasa constantemente. Cuando juego Poker en aquel sitio que anuncian tanto en la tele, pierdo inevitablemente. Aún cuando tengo un par alto -aces, reyes-, siempre llega la última carta para redimir a un jugador que tenía un par más bajo y que termina con dos pares. Pierdo. Como no les veo las caras, no puedo saber nunca qué clase de juego pueden tener, y con mi pura suerte no me basta para ganar. En cambio, muchos de esos sujetos con los que juego tienen una suerte que... para que hablar.
Y eso no es todo. Hay un dicho que dice: Suerte en el juego o suerte en el amor. Tristemente, puedo decirles que eso es falso. No tengo suerte en ninguna de las dos. Y no es que no me pelen, porque eso no depende de la suerte sino del trabajo que uno hace al ligar. El problema es que siempre me enredo con locas: celosas, posesivas, neuróticas o ladronas. Y -antes de que lo pregunten- no, no es que yo las busque así. Es suerte.
Otra cosa que me asusta de la suerte es que es completamente aleatoria. A veces es muy buena, a veces mala; para unos es mejor y para otros peor. ¿No dijo Alejandro Magno que la suerte favorece al valiente? Se equivocó. Mucho. La suerte nos trata como quiere, y puede hacer lo que le plazca con nosotros. A veces parece que nos va a ir bien; que nada puede salir mal: digamos, una entrevista de trabajo. Ropa limpia, arreglado, listo para cualquier pregunta. Sales con tiempo, hace un día soleado. Pero nunca creas en que la suerte está de tu lado, porque miente. En cuanto sales, te das cuenta que, por alguna extrañísima razón, tu choche no arranca. Ni modo. Pero no termina ahí. El camión no pasa, y no va a pasar hasta unos treinta minutos más tarde. Y si tomas taxi, seguro va a haber una marcha, o un trailer se va a atorar en cualquier avenida. La vida esa así.
Bueno, lamento haberme gastado mi entrada de hoy en una cosa tan simple, pero bueno, es mi blog y yo lo escribo así que, si no les gustó... SUERTE PARA LA PRÓXIMA.