Mostrando entradas con la etiqueta Ciudad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ciudad. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de junio de 2009

Periodos Vacacionales

Es una cosa rara ya no tener que ir a la escuela. O al trabajo... Pero lo mas raro es lo que pasa con esto, porque cuando uno esta chambeando, se queja del trabajo hasta con sus zapatos. Que el jefe, que los maestros, que la tarea, que la ida, que la vuelta... todo es queja. Llegan las vacaciones, y aunque al principio es descanso, diversión, bla bla bla, al rato ya están hartos de no tener nada qué hacer. No puedo decir, al final, que sea una ley, pero muchas veces la gente se queja no importa lo que pase. Es cierto.

Yo no sé hasta que punto se puede hablar de que las vacaciones sean divertidas o no, pero, pese al título de este breve comentario, soy el sombrerero y hablo, normalmente, de la naturaleza humana. La gente es quejosa en extremo, pero más allá de eso, es medio mensa cuando se aburre. ¿Por qué, preguntarán algunos insulsos y otros no tan insulsos? Porque eso significa que sólo saben entretenerse haciendo cosas cuando les dicen que las tienen que hacer. Obviamente esto no les sucede a todos, pero conozco a varios que no son capaces de tener pasatiempos o actividades que no les impongan las situaciones externas. ¡Disfruten su libertad, creaturitas de Dios! Los oigo quejarse de que no tienen tiempo para dedicarse a sus pasiones, pero ya que tienen tiempo, no lo hacen. No más se quedan como leones enjaulados, esperando que algo suceda. Porque, como no están obligados a hacerlo, dicen: "mañana lo hago", "el lunes", "al ratito".

Otra cosa que me fastidia, es que hay gente que no sabe estar sola. No es malo buscar la compañía, pero hay gente que no tiene pasatiempos propios. Yo, gracias al cielo, soy escritor, y aunque me gusta platicar con mis amigos, contarles chistes absurdos o mis aventurillas desgraciadas, también sé pasar tiempo conmigo mismo leyendo, escribiendo (mis libros, que ya espero publicar el primero pronto, o comentarios para mi blog), viendo películas... claro, no se trata de aislarse, sino de adaptarse. A veces mis amigos se van de vacaciones a conocidos puertos de la república y yo me quedo solo, entonces hago cosas solo. A veces me toca juntarme con la banda, ponerse al corriente con las 'amiguitas' o cosas por el estilo, pero siempre busco tener algo que hacer para no estar tirado en mi sillón como un costal de papas.

¿Alguno de ustedes se aburre en vacaciones? Creo que también tiene que ver con que nos limitamos a pensar en lo que 'podemos pagar'. Varios museos son gratis, el zoológico (que obviamente a algunos no les atraerá, pero yo soy el mega fan del reino animal), el teatro suele ser muy barato (pero como sólo pensamos en las obras de moda, que son un poco más caras...). Nunca pensamos en que hay muchas cosas que podemos hacer de 'a grapa', pero también admitamos que a veces no le ponemos interés a buscar cosas que hacer. ¿Cuantos de ustedes conocen la revista "Tiempo Libre"? ¿Y cuantos la compran? ¿Y cuantos visitan lo que ven allí?
Quizás muchos o quizás pocos, pero los aliento a todos a que cambien... estas vacaciones no hagan lo mismo de siempre. Busquen hacer algo nuevo, lo que nunca han hecho... capaz que les gusta.
Vayan a conocer nuevos lugares... ¿de verdad creen que conocen toda la ciudad de México? Piénsenlo de nuevo.

Al final, no puedo decirles qué hacer o como, o donde ni con quien, pero les puedo decir esto: no se limiten. LA cosa con la diversión es nada más decidirse. Vayan a donde nunca han ido. Si no tienen nada qué hacer, no se queden pensando en lo que no pueden hacer. Busquen algo, por ridículo que sea, y háganlo... así empecé a escribir en mi blogsito, y ahora me entretengo con esto. Atrévanse a hacer algo, en vez de quedarse aburriéndose cuando hayan agotado los pasatiempos comunes. No tengan miedo de hacer algo nuevo. Es mejor que no hacer nada.

viernes, 29 de mayo de 2009

Ahora si, un verdadero comentario...

Después de mi reseña de Wolverine (wannabe también se escribe con W... coincidencia, quizá), vamos a hablar de una cosa seria. Este espacio de humor y letras producido por la cosa que hay bajo mi sombrero, llamada malamente cabeza, regresa con nuevas metas y nuevos anhelos... o no. Pero regresa. 

Y hoy, vamos a pensar en las elecciones que se acercan: Chan-chan-chan... De nuevo vamos a desenfundar nuestras voto-pistolas del IFE y a ensartarle a la canija cajita esa un papelazo lleno de mentiritas piadosas, cada una con su color: Seguridad-Azul, Apoyo Social-Amarillo, Nietomanía-Tricolor. ¿Pero alguien sabe realmente a qué se le apuesta cuando se vota? Porque digo, no he oído propuestas reales, y eso que fui a las luchas que organizaron los candidatos de mi distrito. O a lo mejor, esa era la propuesta... no sé. 

El maestro Blogger H-Ek´tor podría decir algo más coherente que yo, principalmente porque él no es un sombrerero loco, pero la verdad que me atribula no es tanto el vacío de propuestas, sino que nosotros les seguimos el juego. Y no digo que no votemos, pero tampoco veo a la gente (en su mayoría, al menos) preocupada por los proyectos que se van a seguir, las opciones que cada partido plantea... No. Mientras haya figuras de santitos en cada par(ti)rroquia, ya la gente se decide. Que si San Peña Nieto, San Calderón o el Santito de los escapularios: López Obrador. Pero no estamos votando por clones de los presidentes o presidenciables, sino por gente que no se ha dado a conocer, que si bien pertenece al mismo bando, tiene, para empezar, otra vida detrás y otra función en el mecanismo gubernamental. ¿Por qué nos conformamos con saber eso de 'dime con quién andas y te diré como gobiernas'? Yo, porque soy muy apolítico, me voy a regalar mi voto, pero ustedes ¿qué van a hacer? Si quieren aborten su voto, si quieren pónganlo en la alcancía de su Santito, o si quieren piensenlo y exijan. 

La Democracia, famoso término, implica dos cosas, al menos en su etimología: el poder y el pueblo. Pero en realidad, ¿qué poder tiene el pueblo? ¿El voto? En teoría, el voto representa que, como ciudadanos, contratamos a un tipo para que legisle o administre algo, y, si podemos ponerlo, también deberíamos poder exigirle y, en caso necesario, removerlo del cargo. Pero no. Votamos por un nombre, pero fuera de elegir quién, no podemos elegir la manera en que nos va a gobernar ese Quien. Si voto por X o Y es casi igual, porque no puedo exigirle resultados, y la verdad la gente a veces es tan apática que no piensa tampoco en los resultados que espera. ¿Qué queremos del gobierno? Seguridad, transparencia, etc. ¿Cómo queremos conseguir eso? Y, más importante... ¿Vamos a colaborar? La sociedad es, ante todo, la que construye en gran medidad su situación. ¿Eso qué significa? ¿Que estamos en contra o a favor de la pena de muerte? ¿Que vamos a dejar de dar mordida? ¿Que voy a pagar mis impuestos? Muchas veces ni nos involucramos, pero eso sí, queremos que nos den... y nos dan, pero por atrás. 

Dicen que un pueblo tiene los gobernantes que se merece. Dicen que, además, al pueblo le dan lo que pida. ¿Por qué no pedir más? Y obvio no me refiero a nada loco de ir a matar políticos, eso déjenlo para los Watchmen de Moore o V de Venganza. Pero ¿sabían que pueden hablar (gratis) al IFE para pedir información de los partidos y los candidatos? ¿Y no tenemos el poderosísimo Internet, que nos da la posibilidad de generar espacios de difusión masiva? Usemos el poder que sí tenemos, gente bonita. Aprendamos a pensar y a exigir más de nuestros políticos. Yo, por mi parte, seguire cavilando hasta el día que tenga que poner mi nombre en la papeleta, y ¿quién sabe? A lo mejor cambio de opinión.


martes, 4 de noviembre de 2008

Rumbo al bicentenario... y se nos cae el avión

Hola de nuevo, mis amabilísimos lectores. Como lo prometí, me estoy dando tiempo para escribir tan periódicamente como me es posible. Por desgracia, el comentario de hoy es, tristemente, fruto de una tragedia más que nacional, humana.
Como bien saben todos ustedes, me imagino, hoy a las 7 de la noche un avión jet (chiquito, cuando menos) se estrelló en plena calle de Reforma, en nuestra ciudad de México. Las víctimas fueron, hasta donde sé en este momento, solamente los ocho pasajeros entre los que destacaban dos funcionarios del gobierno: Mouriño y Vasconcelos. No soy quien para decir que fueran hombres honestos, ilustres y patriotas; no los conocí personalmente y es muy difícil hacer un juicio de esta categoría con base a lo que se dice. En todo caso, la política tiene fama de sucia, pero ese no es el asunto. El asunto es que ocho personas, dos más famosas que el resto, murieron en un accidente (o atentado, finalmente no podemos descartarlo), y muchas otras, cuarenta más o menos sufrieron heridas o quemaduras de cierta severidad, esto olvidándonos también de los daños materiales.
Repito: no puedo expresar una opinión en cuanto a la calidad moral de los ocupantes del vehículo, pero lo que me parece evidente (creo que a todos) es que este acontecimiento es verdaderamente un horror para la gente de la ciudad. Pese al título de mi texto, que es un tanto 'chistoso', la verdad es que me conmueve tremendamente el hecho de que un avión caiga a media ciudad, por error o por maldad, y cause un desbarajuste en la vida de tantísimas personas: los familiares de los muertos, los de los heridos, la gente que los conocía y hasta los mismos 'atorados' por el bloqueo del tránsito. Sabrá Dios cuales eran las historias de esos, de los cuales seguramente uno necesitaba llegar a las ocho a X lugar por Y razón, y ahora no pudo hacerlo. O el que simplemente presenció el nefasto suceso y ahora nunca (me imagino yo) lo va a poder olvidar.
Si de por si ver la escena en la tele era bien grueso, imagino a los que lo vivieron (y sobrevivieron para contarlo). ¿Qué pensarán? ¿Qué habrán sentido al verlo? Porque digo, uno no va por la calle esperando que le vaya a caer un avión. Y a los que les tocó, a sabiendas de que no se iban a poder escapar, no les quedó más que aguantarse. Gracias a Dios no hubo tantos muertos como pudo haber.
Yo siento repudio por aquellos que, en caso de que fuese un atentado, hayan sido responsables por un acto tan cobarde y escandaloso. Independientemente de quién pudo ser el blanco, la muerte de una persona, y más una muerte tan violenta, y a la vez tan fría; tan cruel y tan insultante (para la misma sociedad) no es nunca algo que se justifique. Ocho muertos y cuarenta heridos es algo que simplemente no debe ignorarse.
Quizás si fue un accidente. Pero en todo caso, la tragedia es igual de grande, porque los muertos no se van a levantar. No puedo decirles que lloren a Mouriño o a Vasconcelos. Igual y ustedes no le van a ese equipo, y la verdad se vale que así sea. Lo que sí les pido es que tomen consciencia de que no se murieron unos panistas, sino ocho personas. A lo mejos los pilotos eran perredistas, o priistas, o abstemios políticos como yo. Pero lo que sí sé es que todos eran personas, a lo mejor con familia y con hijos que, por desgracia, se quedaron esperándolos y no los van a volver a ver.
Lo que vivimos no fue un hecho político; ni siquiera un evento histórico. Más que historia viva, lo que nos tocó esta noche, 4 de octubre de 2008, fue una terrible y fatal realidad. A lo mejor en tres años nadie se va a acordar, ni va a salir en libros de la SEP, ni nada. Pero ahora mismo, hay gente, como ustedes y como yo, cuya vida no va a volver a ser la misma.

Mañana: 'OBAMA VS McCAIN: Victor Maximus'

Por los difuntos y sus familias, los invito a que reflexionen. Hagamos un minuto de silencio, y luego una eternidad de palabras.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Dime qué comes y te diré quien eres

Ya tenía ganas de escribir este comentario, pero no lograba aterrizar la idea. Simplemente no sentía que lo estuviera abordando de la manera correcta. Pero he estado pensando y creo que ya tengo la aproximación correcta. Entonces comienzo.
¿Les gusta salir a comer? A mi sí. Porque comer es una experiencia, a mi parecer, que te hace crecer como persona. Te hace entender mucho, mucho de la naturaleza humana y de sus mismos gustos y costumbres. Lo que uno come, por sorpresivo que parezca, nos expresa de manera casi completa lo que esa persona es. Oh, sí.
Voy a dar un ejemplo. Cuando salgan a comer con su pareja (o su pareja en potencia), observen lo que pide. Si come con salsa, mucha salsa, nada de salsa; si pide un plato vegetariano, si pide pasta... todo lo que una persona representa se puede apreciar en lo que está en su plato. Noten como lo pide, como le gusta que esté servido, y todos los detalles que puedan. Vamos a poner algunos ejemplos: Mi amigo 'Eggs Benedictine' pide unos tacos a pastor y les echa mucha, pero mucha salsa. Normalmente quien come con mucha salsa, o condimentos en general, es gente a la que le gusta exhibirse. Si por el contrario no le echa nada de salsa... bueno, es que no le gusta el picante (lo lamento, pero en la mayoría de los casos esa es la verdadera razón).
Ahora, si 'Eggs' encuentra una mancha en un plátano y ya no se lo come, podemos asumir muchas cosas. Si la mancha está muy chiquita, es que 'Eggs' es un mamila de primera, porque como juzga su comida juzga a las personas. Si la mancha no es tan chiquita, lo más posible es que 'Eggs' sea una persona muy nerviosa. Si la mancha es muy grande, eso significa sin lugar a dudas, que el plátano ya está descomponiéndose.
Lo que hace 'Eggs' es muy representativo. Normalmente proyectamos, sin darnos cuenta, la forma en que vemos el mundo a lo que pedimos de comer. La gente que pide platos muy 'acá', como 'Eggs', que pide Lasagna en todos lados, quiere expresar que se siente atraído por lo más exótico; denotar su condición de cosmopolita. Pero si pide, no sé... ensaladas, 'Eggs' demuestra su preocupación por la salud y la estética. Si hubiera pedido postres o comida rápida, podríamos asumir directamente lo contrario.
¿Por qué 'Eggs'? No importa. La verdad no tengo idea.
Volviendo al punto, lo que comemos nos define. Si nos gustan, por ejemplo, los antojitos, es que somos personas más bien relajadas. Los pasteles; gente muy orgullosa. Pero también podemos decir que la gente que le gustan las comidas sencillas son más bien flojas, en oposición a quienes prefieren platos muy elaborados, que normalmente son hacendososo y muy activos.
Un dato curioso es que mientras menos sean las comidas que te gusten (y más lo que no te gusta comer) menos tolerante y carismático eres. La mayoría de la gente que conozco (que es carismática) come casi de todo. En cambio, conozco gente que no le gusta nada de lo que uno sirve y a nadie le agrada (aunque pueda ser que una cosa te lleve a la otra). Repito: como vemos la comida es como vemos la vida y a nuestros semejantes.
Alguien a quien no le gusta comer comida mexicana es alguien que no se siente a gusto con su mexicanidad. Si a 'Eggs' no le gusta la comida rápida es muy probable que no se adapte bien a los cambios. La gente que difruta más un arrocito casero es normalmente la que se siente cómoda con la familia.
Ahora, éstas no son leyes. Lo baso en mi experiencia vital; en lo que he visto en 'Eggs' y otros amigos o familiares como rasgos comunes. Hasta ahora no me han defraudado. Si tienen cebollazos, otros datos curiosos o simplemente una opinión, ya saben a donde mandarlos. Y que alguien me diga: ¿quién votó por Wolverine en la encuesta?

martes, 23 de septiembre de 2008

El peatón no es un tope...

'¿Están listos, chicos? Sí, capitán, estamos listos.' Me preguntó por qué habré empezado con la canción de Bob Esponja. Bueno, comencemos.
Hace mucho tiempo, cuando la vida era más lenta y los coches eran un artefacto que parecía ciencia-ficción, la gente solía caminar más. Cierto, la ciudad era otra, no había tantas prisas, menos gente, etc.; pero el punto es que había más calma, menos contaminación y bueno, mucho menos ruido de claxonazos. Pero bueno, vivimos en el S. XXI.
En todo caso, es muy triste que la cultura del automóvil se haya vuelto una réplica del Pandemonio. Y lo digo porque tener un coche pasó de ser una cosa muy chida (todavía es bueno, pero menos) a ser una carga. El tráfico está pesadísimo, el calor basta para cocinar en el asfalto y ni hablar de los altos precios de la gasolina y la maldita TENENCIA. Tener un coche es una necesidad, pero al mismo tiempo es un gasto tremendo mantenerlo, es cansado usarlo y ya no te emociona manejar, porque aunque tengas 300 hp (caballos de fuerza) tienes que ir a vuelta de rueda, porque hay cientos de otros automovilistas que tampoco pueden avanzar.
Estas situaciones ponen muy tensos a los choferes (si no me creen, pregúntenle al microbusero), y eso también repercute en nuestra cultura vial. Hay mucha violencia innecesaria entre conductores: claxonazos, gritos, insultos y luego hasta peleas. Oh, sí. Pero, lo que es peor, las cosas también afectan a los inocentes (no todos, lo admito) peatones.
Quien no ha visto un carrito pasándose el alto aún cuando haya gente atravesándose no ha vivido en nuestra ciudad. Otro show que es muy común aquí es que, en lugar de cederle el paso al amiguito a pie, el hombre del auto siempre tiende a imponerse, aunque el sea uno y la gente que camina sea numerosa. O, por ejemplo, ¿les ha tocado que los cochecitos se pongan en el paso peatonal? Obvio que sí, porque como el auto pesa una tonelada y una persona no, no hay peligro para el conductor. Es verdaderamente sorprendente (y triste) como nos hemos dedicado a convertir las calles en una tiranía automovilística: las banquetas son cada vez más chicas, los autos cada vez son más y los accidentes también.
Claro, el peatón tampoco es un santo. Los puentes peatonales, hechos para salvaguardar la vida del caminante, están abandonados, porque la gente 'huevoncita' dice: 'Pa que me subo... me canso. Mejor me cruzo a lo bestia.' Cuando cruzan, vuelve a salir la flojera. 'Me voy lento. Total, que los coches se esperen.' Como ven, todos tenemos un papel cruel en esta historia. Nadie es realmente cooperativo, y por eso nuestras vialidades y nuestra cultura cívica están del nabo.
Y no olvidemos el papel de nuestros gobernantes. A Marcelino 'pan y vino' Ebrard se le ocurrió arreglar el centro histórico, y hay muchas calles que no están funcionando, pero eso sí, no hay ambulantes. Y no olvidemos las obras del Circuito, las del tren Suburbano (que arruinaron Avenida Jardín permanentemente, muy a mi pesar), las del metrobús, etc. Y lo malo no es que arreglen. Eso, de hecho, es bueno; pero avanzan al ritmo de los ciclos geológicos. Pangea se va a volver a unir antes de que terminen, porque los obreros no más trabajan en las horas pico, y en cambio, cuando no hay nadie, ellos prefieren descansar.
Ni modo; no podemos cambiarlo con magia. Pero eso sí, sean conscientes de lo que hacen. Traten de no ser parte del problema, sino de la solución. Es difícil, pero ¿qué cosa no lo es?

viernes, 19 de septiembre de 2008

Leyendas urbanas

De nuevo los saludo, amiguitos de Internet, en este, su blogsito de confianza. Lamento no haber escrito nada ayer, pero tenía un dolor de espalda que parecía obra del vudú. No me podía ni sentar, ni caminar, ni pararme; pero eso ya pasó y por eso estoy de nuevo dándoles otra entrada.
Este día me tocó ver a una señora que estaba espantando una mosca, porque creía que la iba a picar. Ella misma lo dijo, sin que nadie le preguntara. Cierto que las moscas son sucias y que pueden transmitir enfermedades, pero no pican. Para empezar, no tienen ni aguijón. Pero la señora estaba necia con que sí, y hasta dijo que eran venenosas. La verdad ni quise decir nada, pero me reí un buen rato de las ideas de esa ñora. Esa valiosa experiencia me llevó a escribir este pequeño comentario.
Me sorprende lo creedulos que podemos ser. A veces nos tragamos cualquier cosa, nada más porque necesitamos algo que nos solucione los problemas. Buscamos respuestas, como es natural, pero luego las buscamos en todos los lugares equivocados. Y lo más curioso es que no es uno el que lo cree, sino la sociedad entera. Estas leyenditas se esparcen como el fuego en la hierba seca.
No puedo decir que esté mal. Es natural que aparezcan esa clase de verdades a medias en un grupo social, pero es verdaderamente sorprendente lo que llegamos a creer. Algunas de las cosas que he oído son:

- Azucar en el tanque de gasolina puede dañar el motor. Es mentira. Eso lo vi en un programa de Discovery: 'Mythbusters'. No pasa nada si lo haces, pero por alguna razón todos dicen que es una buena venganza contra el auto de alguien.

- Oí que el tequila ayuda a 'bajar' la grasa de la comida. Eso me tocó verlo por mis propios ojos; pero es falso. El tequila puede ayudar a digerir mejor, pero la grasa seguirá ahí. No va a desaparecer a menos de que hagas una hora más de ejercicio, y el tequila no lo va a hacer por ti.

- Las comidas afrodisiacas. Nos encanta sugestionarnos con eso, pero nada de lo que coma va a encender a una persona no más porque si. El puro hecho de pensarlo es ridículo.

- Las balas no te empujan, sólo te matan. La verdad es que se rompen cuando entran, entonces se dispersa la mayor parte de la energía, y por eso no te mueven ni diez centímetros para atrás.

- Ahorcarte no te asfixia. Siempre te dicen eso, pero la verdad es que te rompe el cuello antes de que te quedes sin aire.

- Cuando te ahogas, no entra se llenan de agua a tus pulmones, pese a lo que te dicen. Primero se te cierra la tráquea y te asfixias. Luego entra el agua que los llena.

Bueno, esos son todas la leyendas urbanas que puedo pensar en el momento. Espero que les quiten algunas dudas. Si pueden pensar en alguna otra cosa que creamos y que no sea cierta, comentenla, por favor.

martes, 16 de septiembre de 2008

Camino al bicentenario

¡Viva México!... o al menos eso fue lo que oí ayer. Yo no sé si México es la gran maravilla que nos dicen que es, al menos no después de ver a López Obrador peleándose por el petróleo; o después de oír como le cobraron a una familia el rescate por su hijo ¡durante la MARCHA contra la INSEGURIDAD! Es vergonzoso. Nuestro país está hecho un CAOS, y nosotros dando gritos en el Zócalo.
Sí, ya sé que somos independientes de España y que eso hay que celebrarlo, pero no me digan que no somos dependientes de los malditos Estados Unidos. Lo somos, por mucho que nos pese. Y tampoco somos un país independiente económicamente. Dependemos del Petróleo, y el problema es que ni siquiera sabemos bien a bien qué hacer con él. Si lo venden, nos friegan, porque ya no va a ser nuestro; pero si nos lo quedamos, se queda en el Golfo.
Así es. Estamos en el hoyo. Y eso que México es un país rico en recursos, y ni hablemos de su posición estratégica. Tenemos acceso a dos océanos, estamos entre dos bloques continentales y tenemos un clima (teníamos, al menos) que todos envidiarían. Pero tenemos un gran defecto: nuestra sociedad es nefasta.
Por si algún patriotero viene a insultarme, de una vez le digo: 'El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. Y van a ver que no es mexicano el que la aviente.' Lo digo porque es verdad. ¿O qué, no pagan mordidas, amiguitos de Internet? ¿No compran pirata? ¿No buscan evadir impuestos? Claro que lo hacen, y hasta yo lo hice alguna vez. Porque una cosa es amar a México con tres tequilas encima, viendo la pirotecnia del Zócalo y con las banderitas agitándose, pero otra muy diferente es de verdad actuar a la altura de un verdadero amor al país.
Piénsenlo, porque el 15 y el 16 todos somos mexicanos. Todos creemos en la nobleza nacional y nos enamoramos de lo autóctono. Pero se acaba el día de la Independencia y todo vuelve a la normalidad: los indígenas (que son parte muy importante de la identidad nacional) son marginados en todos los aspectos; otra vez nos da pena ser morenitos, repudiamos el cine mexicano y volvemos, todos, a pelearnos entre nosotros (ya sea por partidos políticos o hasta por el fútbol).
La verdad, lo tengo que decir. Yo no creo que México sea un lugar maravilloso. El país, en cuanto a territorio y clima, y todo lo natural, es verdaderamente hermoso. Pero los mexicanos, en su generalidad, lo han llevado a su ruina. Tiramos basura en la calle (y digo 'tiramos' por ser solidario, yo la guardo en mi mochila hasta que llego a un bote), desconocemos la historia de nuestro país (¿a ver, diganme 5 personajes de la independencia y qué hicieron, sin ayuda de la Wikipedia?), y hasta unos locos tiraron granadas en Morelia, con lo del grito. Así estamos.
Ahora, no digo que vayan a dejar de sentirse orgullosos de ser mexicanos, pero como siempre digo: PIENSEN de qué están orgullosos. No es que renieguen de su país, sino que estén conscientes de lo malo. No podemos tapar el sol con un dedo, y menos con una banderita de a $15 que compramos en la calle. Debemos reflexionar: 'De verdad, ¿amo a México? ¿Estoy orgulloso de ser mexicano?' No lo hagan, por favor. No estén orgullosos ahora; luchen para ser mexicanos de verdad, de los que si se pueda estar orgulloso. Dejemos, poco a poco, de ser patrioteros de 'ponte la verde y ve al partido de la selección'. Aprendamos a respetar a nuestro país y a vivir con ganas de hacer un mejor país. No peleemos por el petróleo como trofeo. Por mí, que se olviden del petróleo; pero que hagan algo por México con otro tipo de energías. No busquemos decir que López es bueno o malo, mejor vamos ayudar al país, a la sociedad. Vamos a hacer lo que es bueno para el país; no para partidos, ni para intereses, ni para sectores de la sociedad.
No hagan fiestas, como Marcelo. Cambien. Evolucionen. Mejoren. Aprendan. No ataquen, como López. Propongan. Ayuden. Cooperen. Toleren. Y tampoco se tapen los ojos, como Calderón. Vean. Analicen. Comprendan. Acepten. Si nos ponemos a pelear entre nosotros, no llegamos a ningún lado. Olvídense de los partidos. NO CREAN EN LÓPEZ OBRADOR, NI EN CALDERÓN, ni en ningún político. Crean en la gente, que es la que importa. Olvídense de las faramallas políticas, y vivamos de acuerdo con lo que le ayuda al país. Yo no sé si podemos cambiar nuestra situación, pero sí se que nadie lo va a hacer por nosotros. Olviden la política y recuerden que, antes de que hubiera PRI, PAN y PRD; antes del petróleo y de todo lo demás, había un país llamado México... y nos necesita.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿La ciudad de la esperanza?

Hola de nuevo, amiguitos de Internet. La mayoría de ustedes (creo) vive en una de las ciudades más surrealistas del mundo: la Ciudad de México. Quien no ha vivido aquí no va a entender muchas de las cosas que suceden en este pequeño mundo de locos, como yo.
Empezaré contándoles de una cosa muy curiosa que me tiene sin dormir. El transporte público en nuestra capital no funciona. Literalmente no funciona. Los autobuses y microbuses hacen un caos en nuestras vialidades, son lentos, contaminan como si fueran fábricas de gases invernadero y, por si fuera poco, quieren subir su tarifa. Es penoso. Una amiga me contó que los micros empezaron porque un buen hombre compró unos camiones de carga que le pertenecían a Liverpool o al Palacio, o algo así. Entonces les metió unos asientos y los puso a circular, con la mejor intención de ayudar a trasladarse a los muchos ciudadanos que no poseían un vehículo particular. Hasta allí todo iba bien; pero el problema ahora es que son los mismos camiones, nada aptos para el transporte de tanta gente. Les han metido más asientos, para que quepa más ganado humano (y por tanto, más dinero), a costa de la más mínima comodidad para el usuario.
Yo, que mido 1.86 más o menos, no puedo irme ni parado ni sentado, porque si voy de pie, me tengo que agachar para que no me choque la cabeza con el techo. Si me siento, no caben mis piernas en el reducidísimo espacio que hay entre cada asiento. Obvio a la gente le molesta que vaya yo con las piernas al lado, pero no tengo otra opción. Lo más triste es que tampoco es culpa de ellos.
Pero eso no es lo más nefasto que hay en cuanto a transportes. Los taxis que circulan por nuestro Distrito Federal tienen placas maravillosas de auto particular !porque son autos particulares! si yo quiero, me compro un Tsuru o un bochito (¿cómo se escribe bochito?), lo pinto de verde y me voy de ruletero. Y de paso aprovecho y me brinco de taxista pirata a secuestrador express, que muchos ya lo hicieron. Total, ni pasa nada, porque el gobierno no puede con el 'sindicato' -cosa rara, porque los taxistas piratas no deberían de tener un sindicato-. O de menos, le pongo diablito a mi taxímetro y me llevo una tajadita de la bolsa de mi cliente.
Pero la joyita principal es el Metro. Cada mañana que lo uso me toca ver una oleada INMENSA de gente que se quiere subir a fuerzas al vagón que tiene delante. Ya no cabe una pluma, pero hasta que no entran no se calman las bestias. Un día van a voltear el tren, y les va a valer, siempre que se hayan podido meter. Yo en lo personal creo que ir viajando por una media hora, mínimo porque también es lento, rodeado de gente que, aún cuando no es su intención, apesta, se mueve, te aplasta y a veces hasta te manosea, en un calor que hasta parece sólido, no es algo que valga la pena como para pelearme por ello. Claro, habrá a quién le guste, y a lo mejor por eso se enjaretan cual mosca sobre la miel.
Voy a ver si luego les puedo tomar unas fotos para que lo aprecien mejor (hoy no lo hice porque no sabía que iba a terminar escribiendo de esto). Mientras tanto, los que viven fuera de la Ciudad de la Esperanza, sigan así. Echenle ganas para no venir a meterse a este rollo que deja corto al infierno. Y si tienen que venir, traiganse, de menos, su coche.