Mostrando entradas con la etiqueta personalidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta personalidad. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de junio de 2009

Las mejores maneras de burlarse del Stress

Oh, sí. Estamos de vuelta, lectores ávidos de distracciones. Ya que lo prometido es deuda, y las deudas de honor hay que cumplirlas, aquí están las 10 maneras de evitar el Stress...

1. - Si el trabajo te estresa... evítalo. Suena simple, sí, pero evitar el trabajo es un arte. Las mejores maneras de hacerlo, curiosamente, consisten en fingir que uno se está esmerando realmente para llevarlo a cabo. Los que tienden, como yo, a la pereza legendaria, sabrán que si la gente te ve 'echándola' luego luego se te van encima con los látigos. En cambio, si le dices a tu compañero de oficina que tienes que terminar los reportes, o si en la escuela te ve 'tomando notas', ni te va a interrumpir, aunque estés leyendo tu blogsito de confianza. Lo mejor de todo es poner cara de, irónicamente, estresado, y si alguien te habla le dices "Espérate, que estoy ocupado". El bono es que, cuando dejes de fingir, te van a premiar por responsable. 

2. - Si sientes que la situación a la que vas a enfrentarte te supera, haz lo que yo. No le prestes atención hasta que sea imposible postergarlo. Obvio, no podrás evitarlo por siempre, pero mientras mejores sean tus excusas, mejor saldrá todo. Lo mejor de esta jugada es que si te haces 'pato' lo suficiente, alguien terminará haciendo las cosas por ti. Trata de que no noten tus intenciones.

3. - Pásale tu estrés a los otros. No dejes que tu pareja, tus amigos o tus familiares te carguen la mano. Si algo que dicen te empieza a presionar, aprovecha para rebortarlo. Por ejemplo, cuando alguien te recuerda que tienes mucho papeleo por hacer, miéntele descaradamente: dile que ya terminaste, que fue fácil y recuérdale que lo que tiene que hacer él (o ella) es aún peor. Si no es posible, recurre a técnicas avanzadas como 'el cobro de favores', que te permitirá deslizarle tu trabajo a ese vil capataz. Trata de buscar, por lo mismo, que la gente te deba favores: haz cosas pequeñas por ellos, y deja que carguen con las verdaderas tareas.

4. - Convence a tu novi@ de que la mejor cita que pueden tener es en su casa, dándote un masaje de pies y quizas algo más. Olvida los planes, el tráfico, los gastos de comida y gasolina y la crisis económica que vive el país. Recurre a los versos amorosos de Sabines y Neruda para convencer a tu pareja de que una velada romántica cumpliéndote tus caprichos es el sueño de su vida. Si la poesía no es lo tuyo, renta películas con Sandra Bullock, Tom Hanks, Hugh Grant o Julia Roberts. Éxito casi garantizado. Por cierto, recuérdale que nadie prepara lastortas/palomitas/bocadillosaleatorios/sincronizadas como él-ella.

5. - No tengas horarios. Ésta es una difícil, porque para todo hay, tristemente, tiempos marcados. Pero trata de improvisar de vez en cuando. Salir de tu apretada rutina para comer en un lugar diferente, llegar más tarde a algún lugar, o incluso más temprano. El chiste es que no pienses en el tiempo, para que no sientas la presión de que no llegas. Por motivos obvios, aplica esta jugada en el metro. Si ves que el vagón está lleno, mejor espera el que sigue: viajarás mejor, y aunque llegues tarde unos minutos, todo lo que resta del día vas a estar más feliz. Confía en mi.

6. - Sé (o aparenta ser) inteligente. Por alguna razón, muchas veces se le exige menos esfuerzo a los más brillantes. La gente que te quiera va a tratar de aprender de ti, y quien te odie tratará de superarte. En el proceso, puedes manipularlos para que 'demuestren sus capacidades' en tareas que te correspondían a ti. Y si no, al menos verás que te es más fácil delegar, basándote en tu 'liderazgo'. Tu pones el talento y las ideas, ellos ponen el sudor de su frente. Trato justo.

7. - No los dejes olvidar JAMÁS que la amistad y el cariño son lo más importante. En vez de encerrarte en una impropia soledad, llama a tus amigos y procura reunirte con ellos para estudiar, revisar los proyectos laborales y comer. Para bien o para mal, puedes explotar el hecho de que 'somos muy unidos' para conseguir su ayuda con las cosas que no puedes hacer solo. Sí, podrías pedir ayuda a secas, pero si lo haces como te digo, se darán menos cuenta de que el trabajo en equipo lo hicieron prácticamente solos.

8. - No gastes el dinero que no tienes... mejor gasta el que tienen otros. Persigue cualquier oportunidad de ahorrar gracias a bolsillos ajenos. Si alguien saca copias, pídele que te pague las tuyas con el pretexto de redondear. Luego, le dices que no traes cambio y se lo pasas luego. Es posible que sea tan orgulloso que nunca te cobre los dos pesos. A la hora de comer, no dudes en pedir 'pruebas' de lo que comen otros, para saber que vas a pedir tú. Al final, argumenta que nada te gustó, pero habrás comido un buen bocado gratis.

9. - Date a notar en la oficina/clase. Si todos se dan cuenta de tu presencia, asociarán tu improductiva estancia con productividad, energía o al menos interés. Pero ten cuidado. No te hagas notar demasiado, pues la gente se percatará de que pasas más tiempo contando chistes y platicando que 'trabajando'.

10. - Ante todo, debes recordar lo siguiente: No importa que tan difícil sea una situación, siempre tienes que hacer esto: Lee el blogsito de confianza del Sombrerero Loco en la dosis recomendada por tu almohada de cabecera. Se lo agradecerás toda la vida. 

jueves, 23 de octubre de 2008

La locura del celular

Hola, mis queridos lectores y amiguitos de Internet. De verdad me apena mucho, como siempre, no estar escribiendo tanto como quisiera, pero mis numerosos problemas no me lo permiten. Por lo mientras, les prometo que voy a escribir mínimo una vez por semana, y ya que se normalice mi tiempo volveré a escribir más seguido.
Antes de empezar con el comentario de hoy, quiero acusar al gobierno del Distrito Federal (nuevamente) de incompetente. Con las nuevas rutas del Metrobús no llega uno más temprano, sino más tarde. Y no sólo eso; va más lleno desde el principio y es más caro. Ese Marcelino 'Pan y vino' ora si se manchó.
Bueno. Entrando al tema. Hoy, durante mis viajes épicos del día a día, me tocó ver una escena que para muchos sería normal, pero no para el hombre del sombrero. Había ocho personas en la fila para recargar las tarjetas del dichoso Metrobús, y todas estaban apretándole botoncitos a sus teléfonos. Unos para marcar, otros para mensajes, otros para música, otros para Internet. Simultáneamente, todos estaban enfrascados en el casi morboso placer de la telefonía celular.
Todos llevaban modelos muy nuevos (y caros), y además se ve que eran de los que nunca se despegan del teléfono. No está mal, pero es muy chistoso ver como nos hemos vuelto tan dependientes de la telefonía celular. Ese pequeño aparato se ha vuelto una cosa esencial de nuestra existencia cotidiana. Ya es raro ver que alguien no tenga un celular, o más, y más raro que no sienta que lo necesita, de una forma u otra.
Este impulso repentino de 'dependencia' al cel se presenta también con otras variantes: el iPod, los blackberry, etc. Pero principalmente con el teléfono celular común y corriente (bueno, no tanto, porque algo que cuesta más de tres mil pesos nunca será común y corriente). Conozco gente que literalmente sufre si no lleva su aparato. Se sienten desnudos; incomunicados del mundo. Han perdido, más que una máquina, su nexo con el mundo moderno, y en algunos casos hasta su identidad. Y no hablo de perderlo, sino de dejarlo en el coche, de quedarse sin batería, de olvidarlo en la cama... Tengo amigos que no acaban de estrenar un teléfono nuevo cuando ya están pensando en el siguiente modelo que van a comprar. Asombroso, de verdad, teniendo en cuenta que muchos de ellos, como yo, nacimos en una era donde todavía existían los teléfonos de ruedita (si no saben de lo que hablo, no tienen edad para beber alcohol legalmente; pregunten a sus abuelos).
Increíble que pasamos, como individuos, unos trece años sin siquiera conocer el celular (al menos ese es mi caso), y ahora no podamos imaginar la vida sin él. Y no hablemos de sociedad, porque la humanidad ha existido desde hace unos 20,000 años y el celular apenas salió en el siglo XX. Fue una revolución mayor que la de la computadora, lo que es decir mucho, porque también creció de la nada hasta volverse una cosa de la que muchos también dependen. No cabe duda de que el celular llegó para quedarse, y posiblemente todavía le queden sorpresas para darnos.
Por ejemplo, oí en un programa de radio que ya se investiga la posibilidad de que los celulares se conviertan en nuestra identidad del futuro: se convertirá en nuestra identificación (adiós al CURP y RFC), por lo que el número será intransferible y completamente personal, a través de el haremos nuestras compras y manejaremos nuestras cuentas bancarias; ese aparato y el concepto que le da vida de verdad pasarán a ser nuestro vínculo con el mundo. Un alma electrónica. Interesante, aunque también algo escalofriante. Recuerdo las novelas de Huxley (Un mundo feliz) y Orwell (1984), no al grado extremo que ahí se muestra, pero sí en el sentido de crear un mundo bastante más mecánico, donde todos nos definimos por un número, en este caso, el del celular.
Pero aún no llegamos a eso. En el hoy, me quedan unas pocas preguntas para invitarlos a reflexionar: ¿el celular es un lujo, o una necesidad? ¿les parece adecuado que nuestro celular se convierta en una herramienta de identificación? ¿qué es, hoy en día, el teléfono celular? Una herramienta, o un juguete de moda... quizás una parte de la vida de un hombre. Un medio por el cual una persona se une a todas las demás, sin importar el momento ni el lugar. Sonará fuerte, pero puede que estemos frente a una de las primeras formas de evolución electrónica del ser humano: un apéndice que nos permite, de cierto modo, fundirnos en una red colectiva; a través de la cual el mundo es pequeñito. Nos pertenece.
Dije una vez 'Todo cabe en un sombrero...', pero comienzo a pensar que donde cabe todo es en la memoria del celular.

domingo, 5 de octubre de 2008

Personalidad... ¿pirata?

Hola de nuevo, mis amiguitos de Internet. Antes de comenzar a conversar con ustedes, me da curiosidad comentarles algo. Hace poco puse dos comentarios; uno sobre un tema profundo e importante -la pena de muerte-, y uno más light, aunque también importante y reflexivo -Los X-Men-. Me llama la atención que nadie comentó nada con respecto al primero, y en cambio hubo más comentarios en el segundo. No está mal, pero es curioso como cuando algo tiene un nombre más serio nos intimida un poco, ¿no?
Bueno. Les quiero hablar de una cosa que me atribula terriblemente. Cada día que salgo a ver el mundo me toca ver mucha gente, como sería de esperarse. Sin embargo, y esto es lo que me preocupa, veo mucha gente, pero veo muy pocas personas. ¿No les ha pasado? Me explico: por decir, en el metrobús, me toca ver como 150 'cuerpos', y sin embargo, hay como 7 personas nada más (más o menos, no es exacto). Porque de esos 150 todos son parte de unos cuantos estereotipos. Triste, pero cierto.
¿O no? Vean a la gente que los rodea en... no sé... su salón de clases u oficina: fíjense bien. Van a ver que las similitudes entre ellos son muchas y hasta pueden organizarlos en grupitos. Por dar un ejemplo, les ofrezco este: todos dicen (decimos, a veces también se me sale) 'güey' para todo. 'Güey, es que no tengo varo, güey.' !Dos veces en la misma oración! Sorprendente, ¿no, güey? Ya en serio, está muy raro que poco a poco nos adaptamos a ciertos esquemas que vemos en los demás: las palabras, la ropa, las actividades... Eso es lo que me lleva a la pregunta: ¿De verdad somos únicos y originales, o somos, como muchos de nuestros comerciantes, piratería?
No se ofendan. Sé que es muy difícil hacer algo original. En nuestro mundo, tan lleno de gente, es casi imposible ser diferente de todos. El ser similares nos ayuda a subsistir, a no estar tan solos y hasta a reproducirnos. El problema empieza cuando ya no sabemos si lo que somos viene de nosotros o de afuera. Vivimos, hasta cierto punto, con la presión de ser como los demas quieren que seamos. Y tampoco es, al menos no siempre, voluntad de los otros convertirnos a sus ideas, sino que es parte de un ciclo chistoso de adaptación humana: cuando nos hemos acostumbrado a algo, lo vemos 'natural', y todo lo que no pertenece a esa naturalidad es, por antonomasia, grotesco (Vean el comentario de los Hombres Nada-X). Y al ser humano nada le gusta tanto como evitar estas anomalías, de una forma u otra. Por eso hay segregación de tantos tipos, iniciaciones y novatadas para entrar a un grupo, o simple y sencillamente: grupos en sí.
Recuerden cuando estaban en la secundaria o la prepa: había grupos. Oh, sí. Los clásicos matados (o ñoños, tetos, nerds, etc.), los chidos (esos que todo mundo admira, que normalmente son guap@s o deportistas), los X (que son como el pueblo llano de la edad Media), etc, etc, etc. Esos grupos existían porque todos creemos estar en la posición correcta. Por eso es que le encontramos tantas fallas a las ideas de los demás: si es guapo, es gay - dicen los feos-; si es guapa, es bien hueca -dicen las feas-; no le gusta el Psycho, es aburrido.
Ahora, lo interesante es que siempre el grupo mayoritario tiende a hacer más presión. Y eso, muchas veces, nos obliga a buscar la forma de ser aceptados. Porque es natural querer ser aceptados (muy natural, porque muchos primates son parte de grupos sociales). Finalmente, es parte de nuestra esencia el pertenecer a algo. Lo malo es que, en el camino, perdamos lo que verdaderamente somos, o sacrifiquemos aquellas cosas que nos hacen realmente únicos. Y que, además, generemos barreras tan grandes entre los mismos grupos y actuemos de formas tan violentas y crueles para con ellos que no pertenecen al grupo. Considérenlo; después de todo, cada quien tiene su derecho de elección.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Dime qué comes y te diré quien eres

Ya tenía ganas de escribir este comentario, pero no lograba aterrizar la idea. Simplemente no sentía que lo estuviera abordando de la manera correcta. Pero he estado pensando y creo que ya tengo la aproximación correcta. Entonces comienzo.
¿Les gusta salir a comer? A mi sí. Porque comer es una experiencia, a mi parecer, que te hace crecer como persona. Te hace entender mucho, mucho de la naturaleza humana y de sus mismos gustos y costumbres. Lo que uno come, por sorpresivo que parezca, nos expresa de manera casi completa lo que esa persona es. Oh, sí.
Voy a dar un ejemplo. Cuando salgan a comer con su pareja (o su pareja en potencia), observen lo que pide. Si come con salsa, mucha salsa, nada de salsa; si pide un plato vegetariano, si pide pasta... todo lo que una persona representa se puede apreciar en lo que está en su plato. Noten como lo pide, como le gusta que esté servido, y todos los detalles que puedan. Vamos a poner algunos ejemplos: Mi amigo 'Eggs Benedictine' pide unos tacos a pastor y les echa mucha, pero mucha salsa. Normalmente quien come con mucha salsa, o condimentos en general, es gente a la que le gusta exhibirse. Si por el contrario no le echa nada de salsa... bueno, es que no le gusta el picante (lo lamento, pero en la mayoría de los casos esa es la verdadera razón).
Ahora, si 'Eggs' encuentra una mancha en un plátano y ya no se lo come, podemos asumir muchas cosas. Si la mancha está muy chiquita, es que 'Eggs' es un mamila de primera, porque como juzga su comida juzga a las personas. Si la mancha no es tan chiquita, lo más posible es que 'Eggs' sea una persona muy nerviosa. Si la mancha es muy grande, eso significa sin lugar a dudas, que el plátano ya está descomponiéndose.
Lo que hace 'Eggs' es muy representativo. Normalmente proyectamos, sin darnos cuenta, la forma en que vemos el mundo a lo que pedimos de comer. La gente que pide platos muy 'acá', como 'Eggs', que pide Lasagna en todos lados, quiere expresar que se siente atraído por lo más exótico; denotar su condición de cosmopolita. Pero si pide, no sé... ensaladas, 'Eggs' demuestra su preocupación por la salud y la estética. Si hubiera pedido postres o comida rápida, podríamos asumir directamente lo contrario.
¿Por qué 'Eggs'? No importa. La verdad no tengo idea.
Volviendo al punto, lo que comemos nos define. Si nos gustan, por ejemplo, los antojitos, es que somos personas más bien relajadas. Los pasteles; gente muy orgullosa. Pero también podemos decir que la gente que le gustan las comidas sencillas son más bien flojas, en oposición a quienes prefieren platos muy elaborados, que normalmente son hacendososo y muy activos.
Un dato curioso es que mientras menos sean las comidas que te gusten (y más lo que no te gusta comer) menos tolerante y carismático eres. La mayoría de la gente que conozco (que es carismática) come casi de todo. En cambio, conozco gente que no le gusta nada de lo que uno sirve y a nadie le agrada (aunque pueda ser que una cosa te lleve a la otra). Repito: como vemos la comida es como vemos la vida y a nuestros semejantes.
Alguien a quien no le gusta comer comida mexicana es alguien que no se siente a gusto con su mexicanidad. Si a 'Eggs' no le gusta la comida rápida es muy probable que no se adapte bien a los cambios. La gente que difruta más un arrocito casero es normalmente la que se siente cómoda con la familia.
Ahora, éstas no son leyes. Lo baso en mi experiencia vital; en lo que he visto en 'Eggs' y otros amigos o familiares como rasgos comunes. Hasta ahora no me han defraudado. Si tienen cebollazos, otros datos curiosos o simplemente una opinión, ya saben a donde mandarlos. Y que alguien me diga: ¿quién votó por Wolverine en la encuesta?