viernes, 29 de mayo de 2009

Ahora si, un verdadero comentario...

Después de mi reseña de Wolverine (wannabe también se escribe con W... coincidencia, quizá), vamos a hablar de una cosa seria. Este espacio de humor y letras producido por la cosa que hay bajo mi sombrero, llamada malamente cabeza, regresa con nuevas metas y nuevos anhelos... o no. Pero regresa. 

Y hoy, vamos a pensar en las elecciones que se acercan: Chan-chan-chan... De nuevo vamos a desenfundar nuestras voto-pistolas del IFE y a ensartarle a la canija cajita esa un papelazo lleno de mentiritas piadosas, cada una con su color: Seguridad-Azul, Apoyo Social-Amarillo, Nietomanía-Tricolor. ¿Pero alguien sabe realmente a qué se le apuesta cuando se vota? Porque digo, no he oído propuestas reales, y eso que fui a las luchas que organizaron los candidatos de mi distrito. O a lo mejor, esa era la propuesta... no sé. 

El maestro Blogger H-Ek´tor podría decir algo más coherente que yo, principalmente porque él no es un sombrerero loco, pero la verdad que me atribula no es tanto el vacío de propuestas, sino que nosotros les seguimos el juego. Y no digo que no votemos, pero tampoco veo a la gente (en su mayoría, al menos) preocupada por los proyectos que se van a seguir, las opciones que cada partido plantea... No. Mientras haya figuras de santitos en cada par(ti)rroquia, ya la gente se decide. Que si San Peña Nieto, San Calderón o el Santito de los escapularios: López Obrador. Pero no estamos votando por clones de los presidentes o presidenciables, sino por gente que no se ha dado a conocer, que si bien pertenece al mismo bando, tiene, para empezar, otra vida detrás y otra función en el mecanismo gubernamental. ¿Por qué nos conformamos con saber eso de 'dime con quién andas y te diré como gobiernas'? Yo, porque soy muy apolítico, me voy a regalar mi voto, pero ustedes ¿qué van a hacer? Si quieren aborten su voto, si quieren pónganlo en la alcancía de su Santito, o si quieren piensenlo y exijan. 

La Democracia, famoso término, implica dos cosas, al menos en su etimología: el poder y el pueblo. Pero en realidad, ¿qué poder tiene el pueblo? ¿El voto? En teoría, el voto representa que, como ciudadanos, contratamos a un tipo para que legisle o administre algo, y, si podemos ponerlo, también deberíamos poder exigirle y, en caso necesario, removerlo del cargo. Pero no. Votamos por un nombre, pero fuera de elegir quién, no podemos elegir la manera en que nos va a gobernar ese Quien. Si voto por X o Y es casi igual, porque no puedo exigirle resultados, y la verdad la gente a veces es tan apática que no piensa tampoco en los resultados que espera. ¿Qué queremos del gobierno? Seguridad, transparencia, etc. ¿Cómo queremos conseguir eso? Y, más importante... ¿Vamos a colaborar? La sociedad es, ante todo, la que construye en gran medidad su situación. ¿Eso qué significa? ¿Que estamos en contra o a favor de la pena de muerte? ¿Que vamos a dejar de dar mordida? ¿Que voy a pagar mis impuestos? Muchas veces ni nos involucramos, pero eso sí, queremos que nos den... y nos dan, pero por atrás. 

Dicen que un pueblo tiene los gobernantes que se merece. Dicen que, además, al pueblo le dan lo que pida. ¿Por qué no pedir más? Y obvio no me refiero a nada loco de ir a matar políticos, eso déjenlo para los Watchmen de Moore o V de Venganza. Pero ¿sabían que pueden hablar (gratis) al IFE para pedir información de los partidos y los candidatos? ¿Y no tenemos el poderosísimo Internet, que nos da la posibilidad de generar espacios de difusión masiva? Usemos el poder que sí tenemos, gente bonita. Aprendamos a pensar y a exigir más de nuestros políticos. Yo, por mi parte, seguire cavilando hasta el día que tenga que poner mi nombre en la papeleta, y ¿quién sabe? A lo mejor cambio de opinión.


2 comentarios:

EktoradO dijo...

Alan Moore!!!!!!!!

Ejem.... lo siento.

La idea liberal de los políticos como "nuestros" empleados así como aquella que nos iguala a todos colgándonos la bonita etiqueta de "ciudadano" han venido impulsando la protesta desde las clases medias desde hace algunos añitos.

La cuestión es que tanto políticos (enunciados casi siempre como si fuesen una especie aparte)como ciudadanos "comunes" compartimos un compartamiento y bagaje cultural respecto a la práctica de gobierno de manera muy estrecha.

Ese es el punto, solamente en la práctica de gobernar y no la de legislar, porque esas maravillosas y útiles ficciones que proclaman democracia a los cuatro vientos aún no le entran en la cabeza a la población como lo hicieron Chuchocristo y sus secuaces.

Supongo que la gente lo único que siente es que la democracia formal (con IFE y demás circo), muy en el fondo, es tan ajena a una representación poítica que se percibe como auténtica sólo cuando estamos presentes físicamente en los conteos.

O la otra posibilidad, aún más bizarra: a la gente le vale madres la democracia. Así, sin adjetivos, juicios o explicaciones.

SALUDOS

El Sombrerero Loco dijo...

Por eso me gusta que comenten. H-Ek´tor, un hombre que sabe lo que dice. Finalmente, es cierto. Los políticos y nosotros somos, al final, la misma gente.